INDICE
- Historia
- Dios (es)
- Libros
- Doctrina
- Normas (mandamientos)
- Ritos
- Actualidad
HISTORIA
El cristianismo comenzó cerca de
2.000 años atrás, en Judea (Israel moderno) con Jesucristo y Su fiel grupo de
discípulos. Durante este periodo, Judea era una meca transcultural de
bulliciosas ciudades y granjas. El emperador de Roma era el gobernante. Los
judíos en ese tiempo odiaban el gobierno romano -- no era sino otro
recordatorio de la opresión histórica que enfrentaron como pueblo. Las
creencias culturales politeístas de Roma eran también paganas e intrusivas para
la vida de los judíos. Algunos judíos vieron que su única esperanza era
adaptarse a este cambio. Otros se convirtieron en fanáticos religiosos que
formaron grupos guerrilleros de resistencia en contra de Roma. También, otros
se retiraron al desierto de Judea para estudiar la ley judía y a esperar por la
eventual venida del Mesías prometido (Salvador).
En este entorno cultural
y religioso, comenzó el ministerio de Jesús. Jesús era judío. Observó la fe
judía y conocía bien la Ley Judía. Al comienzo de sus treinta años, Jesús viajó
de pueblo en pueblo, enseñando en las sinagogas y sanando aquellos que sufrían.
Las enseñanzas de Jesús eran revolucionarias. Él desafió a las autoridades
religiosas establecidas a que se arrepintieran de su santurronería e
hipocresía, y se dieran cuenta que el Reino de los Cielos está arraigado en el
servicio y el amor. Las enseñanzas de Jesús conmocionaron el corazón de la
gente y crearon inestabilidad, algo que temían las autoridades religiosas
judías. Pronto, un grupo de hombres fieles comenzó a seguir a Jesús y a
llamarle Maestro. Estos hombres se convirtieron en Sus discípulos. Jesús enseñó
a Sus discípulos acerca de la voluntad de Dios y del "nuevo pacto"
que Dios haría con la humanidad a través de Él. Jesús les ayudó a ver que la
humanidad estaba esclavizada al dolor y futilidad de la vida como resultado del
pecado. Como consecuencia del pecado, la humanidad perdió su relación con Dios.
El propósito de este "nuevo pacto" era restaurar a aquellos que lo
aceptaran, en una comunión renovada de perdón y amor con Dios. ¿Cuál es este
nuevo pacto? Jesús mismo pagaría por los pecados de toda la humanidad al ser
crucificado injustamente en una cruz romana. Tres días después, resucitaría a
la vida, habiendo conquistado a la muerte, para dar esperanza a un mundo sin
esperanza. Bien, ocurrió tal y como Jesús lo enseñó, y Sus discípulos fueron
testigos de un asombroso milagro. Su maestro, Jesús de Nazaret, murió, y tres
días más tarde resucitó para convertirse en su Mesías. Obligados por el gran
mandamiento a compartir el amor que el Dios de este universo había impartido
sobre ellos, los discípulos comenzaron a proclamar este evangelio de esperanza
por todo el territorio. De esta manera, a partir de un pequeño grupo de hombres
ordinarios que vivían en una pequeña provincia de Judea, cerca de 2.000 años
atrás, la historia
de la Iglesia Cristiana comenzó, y la fe cristiana desde
entonces se ha extendido al resto del mundo. El mensaje de su evangelio era
simple: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida
eterna." (Juan 3:16).
Aunque la
mayoría de los relatos históricos del comienzo de la fe cristiana están
registrados en el Nuevo Testamento, la historia del cristianismo realmente
comenzó con las profecías del Antiguo Testamento. Existen más de 300 profecías
(predicciones) que abarcan un periodo de más de 1.000 años, que están
registradas en el Antiguo Testamento, concernientes a la venida del Mesías
Judío. Un estudio de la vida de Jesús, de su muerte y entorno, mostrará que Él
fue, indudablemente, el cumplimiento de estas profecías
mesiánicas. Es así que, mucho antes de que Jesús caminara sobre esta
tierra, Su misión era conocida por la humanidad a través de la Palabra de Dios.
Historia del
Cristianismo - ¿Ocurrió todo en realidad? A primera vista, la historia del
origen del cristianismo pudiera parecer nada más que un cuento de hadas. Muchos
creen que es demasiado inverosímil, y hasta intelectualmente deshonesta, para
que la gente que vive en el siglo XXI pueda creer que esos eventos realmente
tuvieron lugar. Sin embargo, la fe cristiana, a diferencia de otras religiones,
depende de eventos históricos, incluyendo uno de crucial importancia. Si
Jesucristo murió y nunca resucitó a la vida, entonces el cristianismo es un
mito o un fraude. En 1ra de Corintios 15:14, Pablo exhorta a sus lectores a
apoderarse de la verdad fundamental que: "Y si Cristo no resucitó vana es
entonces nuestra predicación, y vana es también vuestra fe" La evidencia a
favor de la resurrección es
la clave para establecer que Jesús es verdaderamente quien dice ser. Es la
validez histórica de este hecho fundamental, lo que da al cristianismo
esperanza genuina y eterna en medio de un mundo lleno de sufrimientos.
DIOS (ES)
Dios, de los católicos y protestantes.
Yahveh es una denominación común del Dios
personal basado en el nombre del tetragrámaton hebreo. Para evitar la
blasfemia, el nombre a menudo es eludido y reemplazado por el Señor (equivalente a Adonaí en hebreo). Más aún, numerosos
estudiosos evitan el nombre porque su pronunciación precisa se ha perdido en la
historia. La traducción moderna que escribe Jehová es considerada incorrecta
pero muchos la reconocen sencillamente como una traducción diversa de Yahveh y
no más incorrecta que usar la palabra Jesús. Los testigos de Jehová la usan
para referirse al creador y Dios omnipotente, que consideran una entidad
superior y separada de Jesús.4
Jesús es
un nombre personal en hebreo que significa ‘Yahvé salva’ o ‘Yahvé ayuda’.5 Cristo significa ‘el ungido’ en griego y traduce la expresión Mesías.
En el judaísmo mesiánico, que es considerado una
forma de cristianismo, Yahveh y Jesús son una y la misma cosa, la segunda
persona, con el Padre y el Ruah
haQodesh (el Espíritu Santo)
de ha'Elohiym. Yahveh es
llamado haShem, que
significa ‘el nombre’.
Al intentar traducir la Biblia a cada lengua, el Dios cristiano ha
sido nombrado a partir de un concepto filosófico o pagano que estaba presente
en el lenguaje antes del cristianismo.
La misma palabra “Dios” es un
ejemplo de esto, pues se refiere a una expresión griega (Θεὸς) que era usada
para el Dios supremo antes del cristianismo, en la Septuaginta. Jerónimo de Estridón tradujo la palabra hebrea Elohim como
Deus. Otros nombres del Dios cristiano que tienen una historia de significados
dentro del paganismo han sido usados como medio de evangelización. Por ejemplo,
el caso de Francisco Javier que empleaba al inicio la palabra Dainichi para
hablar de Dios aunque luego la cambió por Deusu al darse cuenta de las
implicaciones del uso del término de ámbito budista.
El ala evangélica de los cuáqueros a menudo se refieren a Dios como la
Luz. Otro término usado es «Rey de reyes» o «Señor de señores»6 o «Señor de los ejércitos». Otros
nombres usados por los cristianos incluyen Dios Padre, Abba, el Altísimo.
Principio, Mente, Alma, Vida, Verdad, Amor y Espíritu son nombres de Dios en el cristianismo
cientista. Estos nombres son considerados sinónimos e indicativos de
la totalidad de Dios. El nombre «Padre» es el más común para el creador en el
cristianismo, ya que fue el usado por Jesús para referirse a Dios.
LIBROS
La denominación de “Nuevo Testamento”, con la que nos referimos
a este corpus, se originó a finales del siglo II, cuando las iglesias
cristianas acordaron llamar de este modo a una serie de escritos cristianos,
por contraposición a los textos canónicos recibidos de la sinagoga a los que
llamaron “Antiguo Testamento”. Tales escritos fueron situados junto a los
escritos recibidos del judaísmo o Biblia judía, como una segunda colección de
textos sagrados, que conformarían la Biblia cristiana: Antiguo y Nuevo
Testamento.
El número de documentos que formaba
esta serie de escritos no fue fijo en un principio. De la autenticidad de
algunos de ellos se suscitó muy pronto la discusión: así sucedió con los Hechos
de los Apóstoles, las cartas de Santiago y Judas, la 2ª Pedro, 2ª y 3ª Juan y
Apocalipsis. Pero ya, a partir de finales del s. IV, podemos afirmar que los veintisiete libros, que contienen las
ediciones actuales del Nuevo Testamento, fueron aceptados en Occidente dentro
de lo que llamamos canon o lista de libros del Nuevo Testamento. En las
iglesias orientales de lengua griega hubo que esperar hasta el siglo XII para que cesasen las dudas sobre la
conicidad del Apocalipsis y de algunas de las cartas católicas o canónicas.
La lengua original de estos veintisiete
escritos es el griego común o koiné, no habiendo pruebas fehacientes de que
ninguno de ellos fuese escrito originariamente en otra lengua, por ejemplo, el
arameo y, posteriormente, traducido al griego. La sintaxis de estos textos muestra que su griego no es griego de
traducción, aunque ciertamente estos libros, en especial, los evangelios,
Hechos y Apocalipsis, contienen determinados semitismos (expresiones
provenientes ya del hebreo, ya del arameo), septuangintismos (expresiones
procedentes de la traducción al griego de la Biblia Hebrea, llamada versión de
los LXX) y algunos latinismos, provenientes de la lengua de la administración romana.
Aunque el estudioso del Nuevo Testamento se
centre en la investigación y estudio de
estos veintisiete libros, sin embargo, no puede desconocer en modo alguno otros
corporal de escritos que ayudan a comprenderlo y situarlo en contexto y que
están íntimamente relacionados con él y con los orígenes del cristianismo, como
la literatura judía intertestamentaria, -llamada así porque aparece más o menos
entre el periodo del Antiguo y el Nuevo Testamento, muy importante para conocer
el ambiente judío en que nació el cristianismo-, o la literatura cristiana no
canónica más primitiva, a saber, diversos evangelios, Hechos o Apocalipsis,
denominados apócrifos, así como los escritos de los Padres Apostólicos, algunos
de los cuales, como el Pastor de Hermas, estuvo a punto de ser admitido en el
canon o lista de libros canónicos.
La división tradicional que se ha hecho de los
libros del Nuevo Testamento es la de Evangelios, Hechos de los Apóstoles, Cartas paulinas,
Cartas católicas o canónicas y Apocalipsis. Sin embargo, esta división, que se
conserva en la ediciones del Nuevo Testamento, está hoy abiertamente
cuestionada, al considerarse el libro de los Hechos la segunda parte del
evangelio de Lucas, como una obra en dos volúmenes, salida de las manos del
mismo escritor, y distinguirse dentro del corpus de cartas así llamadas
“paulinas” entre las auténticas de Pablo y las que se le adjudicaron a él, pero
de las que Pablo no es, con toda seguridad, autor.
Esta división en bloques se hizo
teniendo en cuenta, grosso modo, los géneros literarios en que están escritos
estos libros: género de evangelio (los evangelios), de crónica o de viajes
(Hechos de los Apóstoles), de carta o epístola (el corpus de cartas del Nuevo
Testamento) o de apocalipsis (Apocalipsis).
Todos estos géneros literarios son
conocidos en la antigüedad, aunque algunos de ellos como los evangelios
presentan rasgos muy peculiares.
I. EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APÓSTOLES
Los Evangelios y los Hechos de los
apóstoles. Dentro de los evangelios haremos dos grupos: en primer lugar, los
sinópticos (Mt, Mc y Lc), por tener una visión o estructura común así como
también muchos materiales comunes, y el de Juan que forma capítulo aparte,
aunque tenga también ciertos puntos de contacto con los sinópticos,
especialmente con el Evangelio de Lucas. El libro de los Hechos de los
Apóstoles forma parte también de este grupo al darse hoy por aceptado que es la
segunda parte del evangelio de Luc
El Evangelio de Juan
El Evangelio de Juan suele estudiarse
junto con el resto de la literatura joánica que comprende también las tres
cartas de Juan y el Apocalipsis, cinco escritos que, aunque pertenecientes a
tres géneros literarios distintos (evangelio, cartas, apocalipsis) tienen en
común un vocabulario singular (con palabras como lógos, alêthinós, zôê y martyría que aparecen exclusiva o mayoritariamente
en estos escritos), un fondo litúrgico común (las festividades judías, la
liturgia del templo muy presentes en el Evangelio y en el Apocalipsis) y una
misma comunidad con problemas parecidos, de dos clases: la persecución de la
sinagoga hacia el grupo cristiano (Jn 16,1-4; Ap 2,9; 3,9) y el ataque de las
herejías dentro de la misma comunidad (1-2 Jn; Ap 2,14-15.20.24 y, quizá
también, aunque no explícitamente, en el cuarto evangelio).
Otros autores prefieren hablar más de
una escuela joánica que de literatura joánica o ambiente común en el que surge
esta literatura, siguiendo el modelo de las escuelas de la antigüedad,
conocidas tanto en ambiente griego (las de Pitágoras, Platón, Aristóteles,
Epicuro, Plutarco, etc.) como en el judío (las de Hillel, Shammai, Filón,
etc.). En el origen de esta escuela estaría Juan, el discípulo de Jesús, el
hijo de Zebedeo; las diferencias entre estos escritos se deberían a las
diversas situaciones históricas y a sus redactores respectivos, y las
coincidencias al hecho de pertenecer a la misma escuela. De estos cinco
escritos, los evangelios y las cartas, en especial 1 Jn, guardan una relación
de afinidad más fuerte.
II. LAS CARTAS DEL NUEVO TESTAMENTO
El género literario epistolar
El género literario de “carta” era un
género común en la antigüedad tanto en las relaciones familiares como en las
comerciales y oficiales. En ambiente judeohelenista se han conservado cartas
como las dos que aparecen en el libro de los Macabeos (1,1-9 y 10,2, 18), la
Carta de Aristeas a Filócrates, la Carta a las nueve tribus y media de 2 Baruc
78-87, parecidas al modelo arcaico de la Carta de Jeremías (Jr 29,4,23). Las
cartas del Nuevo Testamento se parecen más a estas cartas judeohelenistas por
su carácter religioso y comunitario que a otras cartas de la antigüedad pagana,
como las de Séneca, Cicerón o Epicuro, que escribieron más bien epístolas, esto
es, cartas con un tratamiento literario o filosófico más elevado que el de la carta habitual.
La cartas se escribían en papiro, que
se enrollaba, poniendo por fuera la dirección y el remitente para que fuesen
entregadas por medio de un mensajero al destinatario.
La estructura de las cartas es más o
menos fija: comienzan con un proemio al que sigue el cuerpo de la carta, para
terminar con los saludos finales.
Las cartas, en general, tienen un destinatario individual o
colectivo, a diferencia de la obra escrita que está abierta a todos, y están
originadas por una motivación o problemática concreta a la que pretenden dar
respuesta.
El corpus paulino
Los códices del Nuevo Testamento
asignan al corpus paulino 13 cartas y le
añaden la Carta a los Hebreos, colocada en el papiro Chester Beatty (P46) entre
Romanos y 1ª Corintios; en total, catorce cartas. Esas catorce cartas pueden
citarse por este orden cronológico:
1) 1 y 2 Tesalonicenes escritas
durante el segundo viaje de Pablo (a. 50-52 desde Corinto).
2) Gálatas, 1-2 Corintios y Romanos, durante el tercer viaje (53-57).
3) Cartas de la cautividad: Colosenses,
Filemón, Filipenses y Efesios (58-62).
4) Cartas pastorales (62-65?): 1-2
Timoteo, Tito.
5) Carta a los Hebreos (antes del
96).
Dentro del epistolario paulino podemos hacer cuatro bloques o apartados:
1) Las cartas auténticas de Pablo, a
saber: 1 Tesalonicenses, Gálatas, 1-2 Corintios, Romanos, Filipenses y Filemón
(ésta última se coloca en las ediciones de la Biblia entre las Cartas de la
cautividad);
2) Las Cartas de la cautividad se
llaman así por estar escritas desde un contexto de diversas prisiones de Pablo:
Colosenses, Filipenses, Filemón y Efesios, de las que solamente Filipenses y
Filemón son auténticas de Pablo.
Las cartas auténticas de Pablo
provienen de la década de los años cincuenta y podemos individuar el momento
más o menos seguro de su publicación, aunque se discute con relación a las
Cartas de la cautividad, por aludir ambas a las cadenas (Filipenses y Filemón)
en qué periodo de cautividad pudieron
escribirse si en Éfeso, Cerarea o Roma. J. Sánchez Bosch considera que
Filipenses fue escrita desde Éfeso y Filemón, desde Cesarea.
3) Las Cartas pastorales: 1 y 2
Timoteo y Tito, se denominan así por estar dirigidas a pastores concretos,
responsables de iglesias regionales (Éfeso y Creta), por tener un vocabulario
común, que se aparta bastante de las otras cartas, y por tratar temas de
carácter práctico, referidos a la praxis cristiana, a la organización de las
iglesias y a la lucha contra los herejes. Estas cartas no son de Pablo.
4) La Carta a los Hebreos, por
último, fue la que tardó más tiempo en
incorporarse al corpus paulinum (s. III en Oriente, S. IV en Occidente); ésta
tampoco es de Pablo.
Cartas auténticas de Pablo
No todas las cartas del Nuevo
Testamento se clasifican dentro del mismo grupo: como carta privada puede
considerarse la tercera carta de Juan escrita al presbítero Gayo; la de Filemón
es algo más que privada, pues va dirigida a la comunidad que se reúne en su
casa (Flm 2); las pastorales, dirigidas a personas individuales, son de interés
publico en cuanto a su contenido. El resto de las cartas dirigidas por Pablo a
las comunidades tiene un carácter público y autoritativo, pero no intentan
pretendidamente ser tratados como las epístolas, pues son las circunstancias
concretas y los problemas de las comunidades los que determinan su contenido.
Algunas de las cartas católicas, dirigidas a un publico cristiano universal y
no ligadas a circunstancias bien determinadas, se asemejan más a las epístolas, así como la
Carta a los Hebreos que es un tratado sistemático.
De las catorce cartas del corpus paulinum sólo siete pueden
considerarse auténticas; de las restantes, Pablo no es el autor, aunque
pertenecen ciertamente a la escuela paulina. Las cartas tradicionalmente
atribuidas a Pablo fueron reconocidas desde muy antiguo todas o en parte por
los padres de la Iglesia Clemente, Ignacio y Policarpo e incluso Marción, que
considera paulinas todas menos las pastorales; Ireneo (Contra las Herejías III,
11,7-) o Tertuliano usan indiscriminadamente las cartas de Pablo, auténticas o
no, por lo que podemos considerar que el corpus paulino estaba ya incluido en
el s. II en el canon del Nuevo Testamento. Ya el canon de Muratori, en el
último tercio del s. II, incluye de hecho las cartas por este orden: Corintios,
Efesios, Colosenses, Gálatas, Tesalonicenses, Romanos, Filemón, Tito y dos a
Timoteo.
Según Senén Vidal, la colección de
escritos paulinos tardó varios siglos en adquirir su configuración actual en un
corpus paulinum de catorce escritos
(Rom, 1 y .2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2
Tesalonicenses, 1y 2 Timoteo, Tito, Filemón y Hebreos). Hay testimonios de una
colección indeterminada de cartas a finales del s. I; hacia mediados del s. II
se puede fijar el número de éstas en 10 (con la exclusión de 1 y 2 Timoteo,
Tito y Hebreos); hacia finales del siglo II está testificada la colección de
trece cartas, con exclusión de Hebreos; sólo hasta el s. III –y, tal vez, para
completar el número de 14 (7+7)- se añadió Hebreos a la colección, primero en
las iglesias de Oriente (s. III) y después en las de Occidente (s. IV).
Cartas pseudoepigráficas o deuteropaulinas
2 Tesalonicenses, Colosenses, Efesios, 1 y 2
Timoteo y Tito son escritos pseudoepigráficos que se amparan en la tradición y
autoridad de Pablo, para ser mejor aceptados por los destinatarios –fenómeno
éste bastante habitual en la antigüedad en que los derechos de autor no estaban
protegidos y la obra primaba
sobre el autor. Un análisis detenido
del vocabulario, estilo y contenido de estas cartas hace difícil aceptar su
procedencia paulina, pues reflejan una problemática más tardía que la de las
cartas auténticas de Pablo al reflejar la situación de las comunidades paulinas
desde fines del s. I hasta bien entrado el II. Así 2 Tesalonicenses (probablemente escrita a comienzos del siglo
II) imita a 1 Tesalonicenses y denuncia las expectativas exageradas en la
inminencia del Día del Señor (2 Tes 2,1-2); Colosenses (probablemente de
finales del s. I) y Efesios (de principios del s. II) están especialmente
ligadas, al depender Efesios literariamente de Colosenses. Mientras Colosenses polemiza contra un
sincretismo dualista gnóstico, reflexionando sobre la dimensión cósmica de
Cristo, Efesios desarrolla la concepción teológica de Colosenses y se centra en
la eclesiología con dimensión universal y en la ética para dar respuesta a la
problemática general de las comunidades paulinas frente a la amenaza del
sincretismo helenizante.
1 y 2 Timoteo y Tito (Cartas
pastorales) forman un grupo unitario, escrito tal vez por el mismo autor, a juzgar por su estilo y concepción similar.
Éstas no figuran en el canon de Marción, por lo que habría que pensar, para su escritura, en un tiempo avanzado de
la primera mitad del s. II. El centro de gravedad de estas cartas gira en torno
a la organización eclesiástica fuertemente institucionalizada, descrita tanto
en sus categorías teológicas de tradición (“el depósito de la fe”), sucesión
apostólica y ordenación (“por la imposición de manos”) como en la fijación y
estructuración de los oficios eclesiales. En estas comunidades se ve la
necesidad de concretar la ética por medio de catálogos y ejemplos, que tienden
a acomodar la ética cristiana a la helenística.
La carta a los Hebreos
Más que una carta, este escrito se asemeja a un tratado muy cuidado en
su construcción literaria, una especie de sermón enviado por escrito a otras
comunidades para ser leído en las eucaristías. La Carta a los Hebreos carece de
dirección y saludo.
La denominación “a los hebreos”, es
antigua, pero no original. Aunque supone unos destinatarios cristianos, los
autores no se ponen de acuerdo en quiénes lo fueron en primera instancia, si
judeocristianos de la primitiva comunidad de Jerusalén o de fuera de Palestina,
o quizá cristianos de origen pagano, pues en esta carta no aparecen ni siquiera
los términos “judío” o “pagano, no hay controversia alguna sobre la Ley en
contraposición con la fe; las prescripciones alimenticias son algo extraño a la
comunidad, aunque esta se viese obligada a seguirlas (13,9).
Sobre su autor ha habido diversas
opiniones: la tradición oriental confirma ,al menos, la relación de Hebreos con
Pablo, aunque este escrito no saliese de su mano. Tertuliano lo atribuye a
Bernabé; Clemente de Alejandría, a Lucas; Orígenes reconoce la mano de un
discípulo de Pablo; Lutero propuso a Apolo (Hch 18,24-28).
Del texto de esta carta puede
deducirse que se trata de un maestro judío-cristiano, de la segunda generación
cristiana (2,3), de formación alejandrina, entendido en Sagradas Escrituras y
de gran altura teológica, aunque su
estilo no se parece al de Pablo, ya que no utiliza expresiones típicas paulinas
como “en Cristo” o “Cristo Jesús”.
La fecha de composición de esta carta
es incierta. En todo caso, debe ser anterior al año 96, ya que 1 Clemente conoce Hebreos.
En cuanto a su contenido, debemos
decir que la Carta a los Hebreos es el único escrito del NT que presenta a
Jesús como Sacerdote o Sumo Sacerdote, aunque este sacerdocio no se acomoda a
los moldes de la tradición veterotestamentaria: Jesús es seglar, no forma parte
de la familia sacerdotal (7,13-14) y su
sacerdocio lo obtiene no por rito alguno, sino por la aceptación de su muerte
en bien de la humanidad. Para la Carta a los Hebreos, el verdadero culto a Dios
no se basa en la práctica de sacrificios de animales, sino en la ofrenda de la
vida misma por amor hasta la muerte, siguiendo a Jesús (10,1-10).
Otras observaciones sobre el
epistolario paulino
Las cartas de este epistolario
paulino, a diferencia de los evangelios, son escritos que no han llevado un
proceso tan largo de elaboración, pues la carta, por naturaleza, suele ser obra
de un autor que, tal vez, en unos días o en el periodo de varios meses, cuando
más, redacta un escrito sobre el que estampa su firma para enviarlo a un
individuo y/o comunidad.
Escritas para comunidades diversas, estas
cartas se reagruparon hasta formar una colección que iría destinada a un
público más amplio y a una finalidad distinta: la lectura de las mismas no ya
en la comunidad originaria de destino, sino en las diversas comunidades
primitivas.
Lo que pasó con relación al texto de
las cartas, las alteraciones que se pudieron introducir y la selección que se
hiciese de las mismas no lo sabemos con exactitud, aunque la mayoría de los
autores consideran que no hay, por lo común, textos de amanuenses incorporados
posteriormente en las cartas (sólo algunos admiten la posibilidad de 1 Tes 2,
15s y 1 Cor 14, 33b-36).
Otro problema planteado es si se han
agrupado materiales de diversas cartas en una sola. A este respecto, la teoría
con más visos de autenticidad es la que divide 2 Corintios en un conjunto de cartas,
debido a que el c. 9 sobre la colecta parece un doblete del capítulo anterior y
que los capítulos 10-13, -fuertemente polémicos- no corresponden al ambiente de
reconciliación que se respira en los capítulos anteriores. Si en esta carta se
reúnen cartas diferentes, lo que parece seguro, lo difícil será probar el
perfil, alcance y extensión de cada una de éstas. Senén Vidal, en su obra Las cartas originales de Pablo, presenta un
intento de reconstrucción de las cartas originales de Pablo, tarea que considera
apasionante, pero muy difícil e incluso atrevida. En esta obra llega a
identificar, al menos, cinco cartas a la comunidad de Corinto, dos cartas a la comunidad de Filipos, una
carta a las comunidades de Acaya (identificada en 2 Cor 9,1-15) y una carta a
la comunidad de Éfeso, distinta de la carta a los Efesios.
Lo que sí es claro es que no todo el
material de las cartas auténticas de Pablo salió originalmente de las manos de
Pablo, pues éste utilizó al igual que los evangelistas algunos materiales preexistentes en las
comunidades, como diversas fórmulas o profesiones de fe, que corrían entre las
comunidades cristianas, fórmulas del kerigma o predicación cristiana, textos
litúrgicos, aclamaciones de la unidad, doxologías, oraciones, himnos, fórmulas bautismales,
fórmulas cultuales de la cena del Señor, parénesis o exhortaciones morales.
Cartas católicas o canónicas
No podemos terminar sin aludir, aunque sea en
unas líneas, a las Cartas católicas o canónicas, las siete cartas que hay fuera
del corpus paulino, a saber: Santiago, 1 y 2 Pedro, Judas y 1, 2 y 3 Juan. Los
griegos las llamaban católicas (=
universales), por no tener un destinatario o comunidad concreta a la que van
dirigidas, aunque esto ciertamente no cuadra con 2 y 3 Juan que tienen destinatarios definidos, ni
con 1 Pedro que va dirigida a las iglesias del Asia menor; Santiago, 2 Pedro y Judas, sin embargo, se dirigen a
todos los cristianos; 1 Juan, por su parte, carece de dirección, pero del texto
se deduce que había sido escrita para un grupo de iglesias donde se había
producido un cisma.
Los latinos las llamaban canónicas,
esto es, cartas incluidas en el canon de los libros sagrados, aceptado por
todas las iglesias o comunidades primitivas.
III. El APOCALIPSIS
No
podemos terminar sin hacer, al menos, un
ligero apunte sobre el último y, tal vez, más enigmático de los libros
del Nuevo Testamento: el Apocalipsis.
La palabra apocalipsis viene del
griego apokalyptô, que significa desvelar. Podría traducirse por revelación.
Son bastantes los apocalipsis judíos que conservamos de esta época. Los más
conocidos son:
Siglo II a.C.: el Libro de Henoc, el Libro de los Jubileos y
los Testamentos de los doce patriarcas;
Siglo I a.C.: los Salmos de Salomón y
el Libro de la Sibila;
Siglo I d.C. la Asunción de Moisés,
el libro de los secretos de Henoc, el 4º Libro de Esdras, Apocalipsis de Baruc,
Apocalipsis de Abrahán, Apocalipsis de Moisés, etc.
También hay Apocalipsis del Nuevo
Testamento, como el Apocalipsis de Pedro que figura, por cierto, en el canon de
Muratori y que, luego, no pasó a engrosar el canon cristiano.
DOCTRINA
La Biblia misma revela aquellas doctrinas que son esenciales y
necesarias para la fe cristiana. Estas son:
1) La divinidad de Cristo
2) La salvación por gracia
3) La resurrección de Cristo
4) El evangelio
5) El monoteísmo.
Aun cuando existen algunas otras doctrinas esenciales secundarias, como
por ejemplo, la Trinidad, estas cinco son las que la Biblia declara ser
esenciales. Una persona no regenerada (por ejemplo, el mormón, el testigo de
Jehová, el ateo, el musulmán), negarán una o más de estas doctrinas esenciales.
1.
La Deidad de Cristo
A.
Jesús es Dios encarnado. Juan 8:58 con
Éxodo 3:14. Ver también Juan 1:1,14; 10:30-33; 20:28; Colosenses 2:9;
Filipenses 2:5-8; Hebreos 1:8.
i.
1ª Juan 4:2-3: "En esto conoced el
Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne,
es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo es venido en carne,
no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído
que viene, y que ahora ya está en el mundo."
a.
El versículo anterior necesita ser
referenciado con el de Juan 1:1, 14 (escrito por el mismo Juan), donde declara
que la Palabra era Dios y que la Palabra se convirtió en carne.
b.
1ª Juan 4:2-3 está diciendo que si Ud.
niega que Jesús es Dios en carne, entonces Usted es, "el espíritu del
anticristo".
ii.
Juan 8:24: “Por eso os dije que
moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros
pecados moriréis.”
iii.
Jesús dijo que si no cree que Él es, "yo
soy", Ud. morirá en sus pecados. En el griego, "yo soy",
es “ego eximí”. Estas son las mismas palabras usadas por Jesús en Juan
8:58: "Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham
fuese, yo soy." Jesús estaba reclamando Su título divino al citar Éxodo
3:14.
a.
La Septuaginta es la traducción del
Antiguo Testamento del hebreo al griego hecha por los judíos alrededor del año
250 A.C. Ellos tradujeron Éxodo 3:14 como “ego eximí” = “YO SOY.”
B.
Jesús es la persona correcta en quien
debe descansar la fe.
i.
No es simplemente suficiente con decir
que tiene fe. La fe es solo válida si está puesta en la persona correcta, por
lo tanto, Ud. debe colocar su fe en la persona apropiada. Los grupos no
cristianos tienen una fe falsa ya que no la tienen en la persona correcta; la
tienen en dioses falsos. Por lo tanto, la fe de estos grupos es inútil; sin
importar cuán sinceros son.
ii.
Si su fe está puesta en un gurú, un
gran filósofo o un maestro de la antigüedad (que no sea Jesús) o maestro
moderno, para que lo salve de sus pecados en el día del juicio, entonces Ud. se
encontrará en un gran problema, no importa cuán sincero o cuán fuerte sea la fe
en esa persona. La fe en alguien falso es igual a no tener fe.
C.
La Doctrina de la deidad de Cristo
incluye:
i.
La Trinidad: Hay un solo Dios el cual
existe en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ellos son con-eternos
y tienen la misma naturaleza.
ii.
El monoteísmo: Hay un solo Dios en toda
la existencia. (Is 43:10; 44:6,8; 45:5, 14, 18, 21,22; 46:9; 47:8). Los mormones
son politeístas, así como los testigos de Jehová, debido a que creen en la
existencia de dos o más dioses. Por lo tanto, esto los excluye del
cristianismo.
D.
La unión hipostática: Jesús es, tanto
Dios como hombre.
i.
La suficiencia del sacrificio de
Cristo: El sacrificio de Cristo es completamente suficiente para pagar por
todos los pecados del mundo.
ii.
Como Dios: Sólo un sacrificio perfecto
a Dios es capaz de limpiarnos de nuestros pecados. Esta es la razón por la que
Dios se encarnó en la persona de Jesús, para así, morir por nosotros.
a.
Él tuvo que morir por los pecados del
mundo (“Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los
nuestros, sino también por los de todo el mundo.” 1ª Juan 2:2). Sólo Dios pudo
haberlo hecho.
iii.
Como hombre. Jesús tiene que ser un
hombre para que pueda sacrificarse por el hombre.
a.
Como hombre Él puede ser el Único
Mediador entre Dios y los hombres. (1 Ti 2:5).
2.
La salvación es por
gracia
A.
Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois
salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no
por obras, para que nadie se gloríe.”
B.
Gálatas 5:4: “De Cristo os
desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.”
i.
Este versículo y su contexto enseñan
claramente que si Ud. cree que es salvo por fe y por obras entonces, no puede
ser del todo, salvo. Este es un error común en los cultos no cristianos. Debido
a que ellos tienen al falso "Jesús", ellos tienen una falsa doctrina
de salvación. (Por favor, leer: Romanos 3-5 y Gálatas 3-5).
ii.
Ud. no puede agregarle sus obras a la
obra de Dios: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la
justicia, entonces por demás murió Cristo.” (Gá 2:21).
C.
Romanos 3:20: “ya que por las obras de
la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la
ley es el conocimiento del pecado.”
D.
Romanos 4:5: “más al que no obra, sino
cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.”
E.
Gálatas 3:21: “¿Luego la ley es
contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada
pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.”
i.
La salvación no es la resurrección
universal como enseñan los mormones. Más bien, es la salvación del justo juicio
de Dios sobre toda la humanidad. Aún más, la salvación, la cual es el perdón de
pecados, es llevada a cabo sólo por la fe (Ro 4:1-11).
ii.
El catolicismo romano niega la
salvación por gracia a través de la sola fe en Cristo. Por lo tanto, el
romanismo también está fuera del cristianismo.
3.
La resurrección de
Cristo
A.
1ª Corintios 15:14: “Y si Cristo no
resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.”
B.
1ª Corintios 15:17: “y si Cristo no
resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.”
i.
Estos versículos, claramente enseñan
que si Ud. dice que Jesús no resucitó de entre los muertos, con el mismo cuerpo
con el que murió (Jn 2:19-21), su fe es inútil.
ii.
Negar la resurrección física de Jesús
es negar que la obra de Jesús fue una ofrenda satisfactoria para el Dios el
Padre. Esto significaría que Jesús era corrupto y debería haber permanecido en
la tumba. Pero Él no necesitó permanecer en la tumba ya que Su sacrificio
además de perfecto fue aceptado por el Padre.
iii.
Tanto los testigos de Jehová como los
musulmanes niegan la resurrección de Jesús. Por lo tanto, están fuera del
cristianismo.
4.
El evangelio
A.
Gálatas 1:8-9: “Mas si aún nosotros, o
un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos
anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también
ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis
recibido, sea anatema.
i.
Los vv. 8 y 9 son una afirmación
declarativa de que Ud. debe creer el evangelio. El mensaje del evangelio, el
cual en su totalidad, declara que Jesús es Dios encarnado, que murió por los
pecados, resucitó de entre los muertos y da gratuitamente el don de la vida
eterna a aquellos que creen.
ii.
Aún más, no sería posible presentar
adecuadamente el evangelio sin declarar que Jesús es Dios en carne por lo que
dicen, Juan 1:1,14; 10:30-33; 20:28; Colosenses 2:9; Filipenses 2:5-8; Hebreos
1:8.
B.
Lo que es verdaderamente el evangelio.
i.
1ª Corintios 15:1-4: “Además os
declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también
recibisteis, en el cual también perseveráis; 2 por el cual
asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no
creísteis en vano. 3 Porque primeramente os he enseñado lo
que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las
Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que resucitó al
tercer día, conforme a las Escrituras;”
a.
Dentro de estos versículos están las
doctrinas esenciales: Cristo es Dios encarnado (Jn 1:1, 14; 10:30-33; 20:28;
Col 2:9.) La salvación, se recibe solo por fe (Jn 1:12; Ro 10:9-10); por lo
tanto, es por gracia. La resurrección también es mencionada en el v. 4. Por lo
tanto, este mensaje del evangelio incluye las doctrinas esenciales.
5.
El monoteísmo
A.
Hay un solo Dios (Éx 20:3; Is 43:10;
44:6,8).
B.
"No tendrás dioses ajenos delante
de mí. 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo
que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de
la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás;
porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los
padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me
aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me
aman y guardan mis mandamientos." (Éxodo 20:3-6. Ver también Isaías 43:10;
44:6, 8).
i.
Podemos ver que Dios visitará la
iniquidad de los descendientes de aquellos que no siguen al verdadero y
viviente Dios.
Doctrinas esenciales secundarias
Las doctrinas esenciales secundarias son en esencia, verdaderas y son
necesarias para la fe cristiana. Otra vez y a manera de ejemplo, Jesús dice que
él es el camino, la verdad y la vida, y que nadie va a al Padre sino a través
de él, (Jn 14:6). A esto, se le puede llamar una doctrina esencial secundaria
ya que no existe ninguna penalidad asociada con su negación. Aun así, ésta es
una declaración de verdad absoluta y es una enseñanza cristiana que no puede
ser negada.
1.
Jesús es el Único
Camino para la Salvación
A.
"Jesús le dijo: Yo soy el camino,
y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." (Juan 14:6).
i.
Jesús declaró que Él es el único acceso
a Dios el Padre. Negar esto, es negar lo que Jesús dijo.
2.
El nacimiento
virginal de Jesús
A.
"He aquí, una virgen concebirá y
dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, m que traducido es: Dios con
nosotros." (Mateo 1:23).
i.
Sin el nacimiento virginal, no podemos
probar la doctrina de la encarnación de Jesús siendo Dios en carne. Esto podría
colocar en riesgo lo que Jesús dijo acerca de Él en Juan 8:24: "Por eso os
dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en
vuestros pecados moriréis."
3.
La doctrina de la
Trinidad
A.
Mateo 28:19: "Por tanto, id, y
haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo;" (Ver también Mateo 3:16-17; 1ª Corintios
12:4-6; 2ª Corintios 13:14; Efesios 4:4-6).
B.
En sí, esta doctrina no está
representada por un solo versículo, pero la insinúa la doctrina. La doctrina de
la Trinidad llega sistemáticamente al mirar la totalidad de la Escritura. Sin
embargo, ésta es, la representación apropiada de la revelación escritural con
relación a la naturaleza de Dios.
i.
La Trinidad es negada por el
mormonismo, los testigos de Jehová, el islam, el Camino Internacional, etc.
Yo soy el Señor tu Dios.
La crisis
del hombre moderno es crisis de Dios, eclipse de Dios, ignorancia de Dios,
aversión a Dios. La esperanza de los hombres es decepcionada por estar la
respuesta fuera de Dios. El hombre subordina su propia vida, su futuro, todo lo
que posee de bueno, a otros “señores”. Larga sería la lista de todos los
“falsos señoríos” propuestos por el espíritu del mundo opuesto al Espíritu de
Dios.
No
tendrás otro Dios fuera de mí.
Los ídolos parecen disfrutar de una salud
óptima, Dios parecería en cambio suscitar menos fascinación en el hombre
moderno. Sin embargo se trata de “ídolos mudos”, que no pueden salvar el
corazón del hombre en su más recóndita necesidad de amar y ser amado. ¡Cuántas
imitaciones, cuántos falseamientos del verdadero rostro de Dios! Se hace la
guerra en nombre de Dios, pero Dios es uno. Si es “uno” no puede estar en
conflicto, en perenne conflicto entre generaciones y pueblos.
No
tomarás el nombre de Dios en vano.
De cuántas
maneras de insulta a Dios, se blasfema, se altera su verdadera esencia. Es
fácil usar el nombre de Dios, doblegándolo a las propias necesidades. Cuántos
falsos profetas abusan de los demás, especialmente de los “débiles” en nombre
de Dios. Cuántos creyentes se “autosalvan” dando a Dios el nombre
“misericordia” olvidando que su nombre es también “verdad” y “justicia”.
Santificarás
las fiestas.
La fiesta, y
por tanto el reposo del trabajo, es el espacio ofrecido a la intimidad con
Dios. Es tiempo reservado al descubrimiento de uno mismo en relaciones de
verdadera fraternidad con los demás. Asistimos a la desnaturalización de esta
verdad: la fiesta no alimenta en el hombre la necesidad de Dios, más bien la
olvida, haciéndose cada vez más sinónimo de consumismo, de placer, de
adquisición y disfrute de los bienes materiales.
Honrarás
a tu padre y a tu madre.
Los hijos
nacen de un padre y de una madre, no de donantes de esperma o de úteros
prestados en insignia de una nueva ética social. ¡Cuántos hijos huérfanos de
paternidad negada o rechazada incluso por las mismas legislaciones humanas!
¿Cómo podrán los hijos honrar a sus padres y a sus madres si estos permanecen
“anónimos”? Quien honra al padre y a la madre respeta su propia historia, las
memorias familiares que dan identidad social.
No
matarás.
Se puede
matar de muchas maneras, no sólo con las armas: matan también la lengua, la
ignorancia, el silencio. No matar es también defender la vida. Siempre, no sólo
cuando se puede o conviene. La vida: en su inicio, en su desarrollo, en su
final. La vida no debe ser mortificada. En tiempos de crisis no se pueden
favorecer nuevos asesinos: los suicidios son a menudo hijos de una pobreza
provocada o de un bienestar desenfrenado que desaparece de repente.
No cometerás actos impuros. Se cometen
actos impuros también únicamente por emulación, por una cultura obsesiva que
hace de la liberación del sexo uno de los mayores negocios comerciales,
precisamente a partir de la devaluación de la dignidad del hombre y de la mujer.
Hacer la prostitución más “decente” no la hace menos “explotación del cuerpo”;
de lo contrario, tarde o temprano incluso la pedofilia será socialmente
compatible con las “necesidades de la modernidad”. Es impuro no conservar la
unidad entre cuerpo y espíritu, violentar el espíritu en nombre del bienestar
corporal.
No
robarás.
El hurto es
una intención mala que está dentro de nosotros. No se trata sólo de “no robar
al hombre”, sino también de “no robar el hombre”, es decir, privarlo de su
tiempo, de su dignidad, de su futuro, de justicia y de paz. Hay que educar para
ser generosos de corazón, experimentando la economía del don, de la gratuidad.
La raíz del “no robar” es también el poseer: se roba porque nunca se está
satisfecho con lo que se tiene, invadido por el deseo de tener y de acumular.
No
dirás falso testimonio.
También el
falso testimonio está dentro de nosotros como mentira, como ablandamiento de la
verdad. Una actitud que se hace cultura, que se estabiliza en el hombre como
simulación, ficción, verosimilitud de la realidad sustituida por la ficción.
Estar de parte de la verdad, defenderla, es un acto de justicia y de amor a uno
mismo y a los demás.
No
desearás la mujer de otro.
“La mujer de
otro”. Parece un mandamiento al varón. Pero es, hoy, también “el hombre de
otro”. La mujer, el hombre, no son una cosa que se desea, que pertenece a
alguien como una “cosa”. Cuántos delitos pasionales, cuánta violencia
doméstica, cuánta discriminación del género femenino responde a esta lógica
deshumanizada.
No
codiciarás los bienes ajenos.
La envidia
se encuentra en la base de este y del anterior mandamiento. Es el más “sociable
de los vicios”. La modernidad ha exaltado la cultura de la envidia. En las
sociedades civiles avanzadas, en Occidente, el presupuesto de la democracia es
la igualdad: “yo debo tener los mismos derechos que los demás”. Pero esto no
significa sufrir “el complejo de ser idénticos”, es decir, de poseer las mismas
cosas que los demás, haciéndose esclavo de las cosas, o empobreciéndose,
endeudándose, enfermándose por aquello que se envida y no se puede poseer.
RITOS
Misa, bautismo, confesion, comunion, confirmacion, boda,uncion de los enfermos, consagracion.en la misa la iglesia se reune a compartir el pan y vino( comunion-consagracion) como cristo lo ha pedido.
casamiento: une DIOS a 2 personas para crear una pequeña iglesia domestica.
confirmacion: se recibe al espiritu santo.
uncion de los enfermos: para personas muuuy enfermas o en estado terminal.
bautismo: paso por el cual entras en la familia iglesia.
confesion: te reconoces pecador ante Dios y recibis el perdon siempre y cuando te arrepientas y enmiendes tus pecados.
casamiento: une DIOS a 2 personas para crear una pequeña iglesia domestica.
confirmacion: se recibe al espiritu santo.
uncion de los enfermos: para personas muuuy enfermas o en estado terminal.
bautismo: paso por el cual entras en la familia iglesia.
confesion: te reconoces pecador ante Dios y recibis el perdon siempre y cuando te arrepientas y enmiendes tus pecados.
ACTUALIDAD
- En América Latina el proceso de
secularización que suele venir con tiempos de bonanza económica (los 18 países
estudiados han vivido un periodo especialmente próspero entre 2003 y 2008) no
ha influido en un menoscabo de la religión como ha pasado en Europa;
El
catolicismo en América Latina: el estado numérico de la fe en tiempos del Papa
Francisco
Pese a las múltiples transformaciones
en América latina «el catolicismo es más resistente que lo que aparenta ser. El
crecimiento económico no produce un impacto directo de secularización como lo
hizo en otras regiones del mundo. América latina permanece creyente, con escasa
secularización». Estos son dos de las principales conclusiones que ofrece el
informe sobre religiones publicado por el grupo demoscópico «Corporación Latino
barómetro» y que lleva por título «Las religiones en tiempos del Papa
Francisco».
Latino barómetro ha querido elaborar
este estudio centrándose en la evolución del catolicismo en América latina en
el contexto del primer aniversario de la elección del Papa Francisco. El
análisis muestra dos grandes tendencias: si bien en líneas generales es cierto
que la Iglesia católica ha perdido fieles, los que la han abandonado no se
convierten en agnósticos o ateos sino que abrazan otra religión. No obstante,
hay países donde la Iglesia apenas si ha sufrido un declive mostrando, según el
Latino barómetro, que «las religiones en tiempos del Papa Francisco muestran
que la gente las vive de acuerdo a unas creencias que son más fuertes que el
impacto del desarrollo, resistentes al cambio más allá de lo esperado».
Un primer acercamiento general
El periodo estudiado abarca de 1995 a
2013. Y el análisis lo dice claramente: «la disminución de las religiones es
mucho menor que lo que la agenda informativa da a entender». En los 18 países
estudiados el catolicismo ha descendido del 80% al 67% de la población, lo que
equivale a -13% en 18 años. El fenómeno es especialmente evidente en Nicaragua
y Honduras, donde el catolicismo ha caído un 30% y un 29%, respectivamente. En
términos regionales generales, Sudamérica es donde se siente menos la caída
(10%) mientras que en Centroamérica se trata de un 17%.
Una mirada por cada uno de los 18
países estudiados muestra un rostro más bien diversificado: 9 países siguen
teniendo más del 70% de católicos (Paraguay, Ecuador, México, Venezuela,
Argentina, Perú, Bolivia, Colombia y Panamá), 3 más del 60% (República
Dominicana, Brasil y Costa Rica) y 2 más del 50% (Chile y El Salvador). Los
evangélicos aumentan numéricamente en cuatro países con porcentajes que superan
el 30% de la población: El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala. Pero,
como subraya el informe, «la disminución de la cantidad de católicos tiene poco
que ver con el número de católicos que inicialmente tiene un país. Los procesos
son independientes del nivel original de catolicismo y obedecen, por tanto, a
condiciones internas de cada país más que a fenómenos homogéneos que afecta de
la misma forma a todos los países».
Catolicismo sigue siendo religión
mayoritaria
No obstante el decrecimiento de la
Iglesia católica en términos numéricos generales, el catolicismo sigue siendo
la religión predominante en Latinoamérica. Son especialmente México y República
Dominicana donde apenas si se observa una caída numérica de los católicos desde
1996, mientras que porcentajes Paraguay asciende al nivel más alto con 88% de
población católica.
En líneas generales el informe
comenta que, además de Honduras y Nicaragua, donde la emigración religiosa está
cambiando el mapa de las religiones de esos países, Chile y Uruguay suponen un
fenómeno especial pues son las únicas naciones latinoamericanas donde se
produce un fuerte secularismo al grado que se constituyen como los países con
las más elevadas cotas de agnósticos. En Uruguay 4 de cada 10 ciudadanos son
agnósticos (41% de población católica y 38% de población agnóstica). En Chile,
que hace dos décadas no tenía una tradición de agnosticismo, los católicos son
apenas el 57% de la población mientras que los agnósticos y ateos suponen ya el
32%.
Niveles de confianza por parte de la
población
Otro sector profundizado en el
informe «Las religiones en tiempos del Papa Francisco» es el nivel de confianza
en «la iglesia» (el concepto «iglesia» es usado tanto para católicos como para
evangélicos). A nivel general se evidencia un decrecimiento en el nivel de
confianza de los ciudadanos en la «iglesia»: del 76% de 1996 al 73% de 2013. El
porcentaje, no obstante, muestra la buena reputación de que goza la «iglesia» si
se le compara con otras instituciones: salvo en Uruguay y Chile, donde «la
iglesia» apenas llega al 48% y 44% de confianza, respectivamente) en el resto
de los países sólo la familia está por encima de «la iglesia» como institución
mejor valorada. Contrastantemente los partidos políticos, el gobierno, el
parlamento y la policía están, por mucho, debajo de la «iglesia» en cuanto a
nivel de confianza se refiere.
Centrándose en la iglesia católica,
¿hay un «efecto Francisco»? reflejado en los números. El análisis muestra que
«los católicos recuperan su confianza en la Iglesia a pesar de los escándalos y
probablemente como consecuencia de la llegada y liderazgo del Papa Francisco».
Perfil sociodemográfico del catolicismo latinoamericano
Perfil sociodemográfico del catolicismo latinoamericano
Sobre la edad de los católicos
latinoamericanos el informe revela que hay más católicos a medida que se
aumenta en edad (el 61% de los jóvenes son católicos mientras que el 74% de los
mayores de 60 años lo son; con los evangélicos sucede lo inverso).
Respecto al nivel educativo «los
católicos aumentan a medida que aumenta el nivel de educación: de 64% en
educación básica a 72% en educación superior». A los evangélicos les sucede lo
inversos: sus miembros tienen menos educación.
De esta manera tendríamos un perfil sociodemográfico que indicaría que el grueso de agnósticos y sin religión lo constituyen los jóvenes, especialmente hombres; en su mayoría, los evangélicos cuentan con personas menos educadas, con mayoría de mujeres; los católicos se caracterizarían por contar con creyentes mejor formados y de mayor edad.
La práctica religiosa
De esta manera tendríamos un perfil sociodemográfico que indicaría que el grueso de agnósticos y sin religión lo constituyen los jóvenes, especialmente hombres; en su mayoría, los evangélicos cuentan con personas menos educadas, con mayoría de mujeres; los católicos se caracterizarían por contar con creyentes mejor formados y de mayor edad.
La práctica religiosa
Un dato de no poco valor del análisis
se coloca en el apartado de práctica religiosa: en 2013 se ha alcanzado el
nivel más alto desde 1995. Es Colombia donde los católicos tienen la más
elevada participación religiosa mientras que en El Salvador tanto católicos
como evangélicos están a la par. Chile es el país –incluso por encima de
Uruguay– donde menor práctica religiosa hay.
El informe «Las religiones en tiempos
del Papa Francisco» ofrece algunas conclusiones orientativas. Las más importantes
permiten individuar los siguientes rasgos:
- Algunos países han pasado a ser
naciones donde catolicismo y el evangelismo están numéricamente a la par (salvo
Chile y Uruguay donde hay un creciente número de agnósticos);
- Los problemas y escándalos en el
seno de la Iglesia católica no han sido motivo para su decrecimiento. De hecho,
en algunas naciones «el catolicismo parece ser más resistente de lo que se
piensa»;
- El descenso en la tasa de natalidad
acarrea un crecimiento en el número de personas mayores «al punto de favorecer
al catolicismo».
- La elección del Papa Francisco «sí
parece haber producido un impacto positivo en la confianza en la Iglesia
católica entre los católicos».
No hay comentarios:
Publicar un comentario