sábado, 5 de marzo de 2016

Todo sobre el Catolicismo

CATOLICISMO 






INDICE


  1. Historia
  2. Dios  (es)
  3. Libros
  4. Doctrina
  5. Normas (mandamientos)
  6. Ritos
  7. Actualidad 




HISTORIA

El cristianismo comenzó cerca de 2.000 años atrás, en Judea (Israel moderno) con Jesucristo y Su fiel grupo de discípulos. Durante este periodo, Judea era una meca transcultural de bulliciosas ciudades y granjas. El emperador de Roma era el gobernante. Los judíos en ese tiempo odiaban el gobierno romano -- no era sino otro recordatorio de la opresión histórica que enfrentaron como pueblo. Las creencias culturales politeístas de Roma eran también paganas e intrusivas para la vida de los judíos. Algunos judíos vieron que su única esperanza era adaptarse a este cambio. Otros se convirtieron en fanáticos religiosos que formaron grupos guerrilleros de resistencia en contra de Roma. También, otros se retiraron al desierto de Judea para estudiar la ley judía y a esperar por la eventual venida del Mesías prometido (Salvador).
En este entorno cultural y religioso, comenzó el ministerio de Jesús. Jesús era judío. Observó la fe judía y conocía bien la Ley Judía. Al comienzo de sus treinta años, Jesús viajó de pueblo en pueblo, enseñando en las sinagogas y sanando aquellos que sufrían. Las enseñanzas de Jesús eran revolucionarias. Él desafió a las autoridades religiosas establecidas a que se arrepintieran de su santurronería e hipocresía, y se dieran cuenta que el Reino de los Cielos está arraigado en el servicio y el amor. Las enseñanzas de Jesús conmocionaron el corazón de la gente y crearon inestabilidad, algo que temían las autoridades religiosas judías. Pronto, un grupo de hombres fieles comenzó a seguir a Jesús y a llamarle Maestro. Estos hombres se convirtieron en Sus discípulos. Jesús enseñó a Sus discípulos acerca de la voluntad de Dios y del "nuevo pacto" que Dios haría con la humanidad a través de Él. Jesús les ayudó a ver que la humanidad estaba esclavizada al dolor y futilidad de la vida como resultado del pecado. Como consecuencia del pecado, la humanidad perdió su relación con Dios. El propósito de este "nuevo pacto" era restaurar a aquellos que lo aceptaran, en una comunión renovada de perdón y amor con Dios. ¿Cuál es este nuevo pacto? Jesús mismo pagaría por los pecados de toda la humanidad al ser crucificado injustamente en una cruz romana. Tres días después, resucitaría a la vida, habiendo conquistado a la muerte, para dar esperanza a un mundo sin esperanza. Bien, ocurrió tal y como Jesús lo enseñó, y Sus discípulos fueron testigos de un asombroso milagro. Su maestro, Jesús de Nazaret, murió, y tres días más tarde resucitó para convertirse en su Mesías. Obligados por el gran mandamiento a compartir el amor que el Dios de este universo había impartido sobre ellos, los discípulos comenzaron a proclamar este evangelio de esperanza por todo el territorio. De esta manera, a partir de un pequeño grupo de hombres ordinarios que vivían en una pequeña provincia de Judea, cerca de 2.000 años atrás, la historia de la Iglesia Cristiana comenzó, y la fe cristiana desde entonces se ha extendido al resto del mundo. El mensaje de su evangelio era simple: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna." (Juan 3:16).
Aunque la mayoría de los relatos históricos del comienzo de la fe cristiana están registrados en el Nuevo Testamento, la historia del cristianismo realmente comenzó con las profecías del Antiguo Testamento. Existen más de 300 profecías (predicciones) que abarcan un periodo de más de 1.000 años, que están registradas en el Antiguo Testamento, concernientes a la venida del Mesías Judío. Un estudio de la vida de Jesús, de su muerte y entorno, mostrará que Él fue, indudablemente, el cumplimiento de estas profecías mesiánicas. Es así que, mucho antes de que Jesús caminara sobre esta tierra, Su misión era conocida por la humanidad a través de la Palabra de Dios.

Historia del Cristianismo - ¿Ocurrió todo en realidad? A primera vista, la historia del origen del cristianismo pudiera parecer nada más que un cuento de hadas. Muchos creen que es demasiado inverosímil, y hasta intelectualmente deshonesta, para que la gente que vive en el siglo XXI pueda creer que esos eventos realmente tuvieron lugar. Sin embargo, la fe cristiana, a diferencia de otras religiones, depende de eventos históricos, incluyendo uno de crucial importancia. Si Jesucristo murió y nunca resucitó a la vida, entonces el cristianismo es un mito o un fraude. En 1ra de Corintios 15:14, Pablo exhorta a sus lectores a apoderarse de la verdad fundamental que: "Y si Cristo no resucitó vana es entonces nuestra predicación, y vana es también vuestra fe" La evidencia a favor de la resurrección es la clave para establecer que Jesús es verdaderamente quien dice ser. Es la validez histórica de este hecho fundamental, lo que da al cristianismo esperanza genuina y eterna en medio de un mundo lleno de sufrimientos.



DIOS (ES)

Dios, de los católicos y protestantes. 
Yahveh es una denominación común del Dios personal basado en el nombre del tetragrámaton hebreo. Para evitar la blasfemia, el nombre a menudo es eludido y reemplazado por el Señor (equivalente a Adonaí en hebreo). Más aún, numerosos estudiosos evitan el nombre porque su pronunciación precisa se ha perdido en la historia. La traducción moderna que escribe Jehová es considerada incorrecta pero muchos la reconocen sencillamente como una traducción diversa de Yahveh y no más incorrecta que usar la palabra Jesús. Los testigos de Jehová la usan para referirse al creador y Dios omnipotente, que consideran una entidad superior y separada de Jesús.4
Jesús es un nombre personal en hebreo que significa ‘Yahvé salva’ o ‘Yahvé ayuda’.5 Cristo significa ‘el ungido’ en griego y traduce la expresión Mesías.
En el judaísmo mesiánico, que es considerado una forma de cristianismo, Yahveh y Jesús son una y la misma cosa, la segunda persona, con el Padre y el Ruah haQodesh (el Espíritu Santo) de ha'Elohiym. Yahveh es llamado haShem, que significa ‘el nombre’.
Al intentar traducir la Biblia a cada lengua, el Dios cristiano ha sido nombrado a partir de un concepto filosófico o pagano que estaba presente en el lenguaje antes del cristianismo.
La misma palabra “Dios” es un ejemplo de esto, pues se refiere a una expresión griega (Θεὸς) que era usada para el Dios supremo antes del cristianismo, en la Septuaginta. Jerónimo de Estridón tradujo la palabra hebrea Elohim como Deus. Otros nombres del Dios cristiano que tienen una historia de significados dentro del paganismo han sido usados como medio de evangelización. Por ejemplo, el caso de Francisco Javier que empleaba al inicio la palabra Dainichi para hablar de Dios aunque luego la cambió por Deusu al darse cuenta de las implicaciones del uso del término de ámbito budista.
El ala evangélica de los cuáqueros a menudo se refieren a Dios como la Luz. Otro término usado es «Rey de reyes» o «Señor de señores»6 o «Señor de los ejércitos». Otros nombres usados por los cristianos incluyen Dios Padre, Abba, el Altísimo. Principio, Mente, Alma, Vida, Verdad, Amor y Espíritu son nombres de Dios en el cristianismo cientista. Estos nombres son considerados sinónimos e indicativos de la totalidad de Dios. El nombre «Padre» es el más común para el creador en el cristianismo, ya que fue el usado por Jesús para referirse a Dios.


LIBROS

La denominación de  “Nuevo Testamento”, con la que nos referimos a este corpus, se originó a finales del siglo II, cuando las iglesias cristianas acordaron llamar de este modo a una serie de escritos cristianos, por contraposición a los textos canónicos recibidos de la sinagoga a los que llamaron “Antiguo Testamento”. Tales escritos fueron situados junto a los escritos recibidos del judaísmo o Biblia judía, como una segunda colección de textos sagrados, que conformarían la Biblia cristiana: Antiguo y Nuevo Testamento.
El número de documentos que formaba esta serie de escritos no fue fijo en un principio. De la autenticidad de algunos de ellos se suscitó muy pronto la discusión: así sucedió con los Hechos de los Apóstoles, las cartas de Santiago y Judas, la 2ª Pedro, 2ª y 3ª Juan y Apocalipsis. Pero ya, a partir de finales del s. IV, podemos afirmar  que los veintisiete libros, que contienen las ediciones actuales del Nuevo Testamento, fueron aceptados en Occidente dentro de lo que llamamos canon o lista de libros del Nuevo Testamento. En las iglesias orientales de lengua griega hubo que esperar hasta el  siglo XII para que cesasen las dudas sobre la conicidad del Apocalipsis y de algunas de las cartas católicas o canónicas.
 La lengua original de estos veintisiete escritos es el griego común o koiné, no habiendo pruebas fehacientes de que ninguno de ellos fuese escrito originariamente en otra lengua, por ejemplo, el arameo y, posteriormente, traducido al griego. La sintaxis de estos textos  muestra que su griego no es griego de traducción, aunque ciertamente estos libros, en especial, los evangelios, Hechos y Apocalipsis, contienen determinados semitismos (expresiones provenientes ya del hebreo, ya del arameo), septuangintismos (expresiones procedentes de la traducción al griego de la Biblia Hebrea, llamada versión de los LXX) y algunos latinismos, provenientes de la  lengua de la administración romana.
 Aunque el estudioso del Nuevo Testamento se centre en la  investigación y estudio de estos veintisiete libros, sin embargo, no puede desconocer en modo alguno otros corporal de escritos que ayudan a comprenderlo y situarlo en contexto y que están íntimamente relacionados con él y con los orígenes del cristianismo, como la literatura judía intertestamentaria, -llamada así porque aparece más o menos entre el periodo del Antiguo y el Nuevo Testamento, muy importante para conocer el ambiente judío en que nació el cristianismo-, o la literatura cristiana no canónica más primitiva, a saber, diversos evangelios, Hechos o Apocalipsis, denominados apócrifos, así como los escritos de los Padres Apostólicos, algunos de los cuales, como el Pastor de Hermas, estuvo a punto de ser admitido en el canon o lista de libros canónicos.
 La división tradicional que se ha hecho de los libros del Nuevo Testamento es la de Evangelios,  Hechos de los Apóstoles, Cartas paulinas, Cartas católicas o canónicas y Apocalipsis. Sin embargo, esta división, que se conserva en la ediciones del Nuevo Testamento, está hoy abiertamente cuestionada, al considerarse el libro de los Hechos la segunda parte del evangelio de Lucas, como una obra en dos volúmenes, salida de las manos del mismo escritor, y distinguirse dentro del corpus de cartas así llamadas “paulinas” entre las auténticas de Pablo y las que se le adjudicaron a él, pero de las que Pablo no es, con toda seguridad, autor.
Esta división en bloques se hizo teniendo en cuenta, grosso modo, los géneros literarios en que están escritos estos libros: género de evangelio (los evangelios), de crónica o de viajes (Hechos de los Apóstoles), de carta o epístola (el corpus de cartas del Nuevo Testamento) o de apocalipsis (Apocalipsis).
Todos estos géneros literarios son conocidos en la antigüedad, aunque algunos de ellos como los evangelios presentan rasgos muy peculiares.
I. EVANGELIOS Y HECHOS DE LOS APÓSTOLES
Los Evangelios y los Hechos de los apóstoles. Dentro de los evangelios haremos dos grupos: en primer lugar, los sinópticos (Mt, Mc y Lc), por tener una visión o estructura común así como también muchos materiales comunes, y el de Juan que forma capítulo aparte, aunque tenga también ciertos puntos de contacto con los sinópticos, especialmente con el Evangelio de Lucas. El libro de los Hechos de los Apóstoles forma parte también de este grupo al darse hoy por aceptado que es la segunda parte del evangelio de Luc
 El Evangelio de Juan
El Evangelio de Juan suele estudiarse junto con el resto de la literatura joánica que comprende también las tres cartas de Juan y el Apocalipsis, cinco escritos que, aunque pertenecientes a tres géneros literarios distintos (evangelio, cartas, apocalipsis) tienen en común un vocabulario singular (con palabras como lógos, alêthinós, zôê y  martyría que aparecen exclusiva o mayoritariamente en estos escritos), un fondo litúrgico común (las festividades judías, la liturgia del templo muy presentes en el Evangelio y en el Apocalipsis) y una misma comunidad con problemas parecidos, de dos clases: la persecución de la sinagoga hacia el grupo cristiano (Jn 16,1-4; Ap 2,9; 3,9) y el ataque de las herejías dentro de la misma comunidad (1-2 Jn; Ap 2,14-15.20.24 y, quizá también, aunque no explícitamente, en el cuarto evangelio).
Otros autores prefieren hablar más de una escuela joánica que de literatura joánica o ambiente común en el que surge esta literatura, siguiendo el modelo de las escuelas de la antigüedad, conocidas tanto en ambiente griego (las de Pitágoras, Platón, Aristóteles, Epicuro, Plutarco, etc.) como en el judío (las de Hillel, Shammai, Filón, etc.). En el origen de esta escuela estaría Juan, el discípulo de Jesús, el hijo de Zebedeo; las diferencias entre estos escritos se deberían a las diversas situaciones históricas y a sus redactores respectivos, y las coincidencias al hecho de pertenecer a la misma escuela. De estos cinco escritos, los evangelios y las cartas, en especial 1 Jn, guardan una relación de afinidad más fuerte.  
II. LAS CARTAS DEL NUEVO TESTAMENTO
El género literario epistolar
El género literario de “carta” era un género común en la antigüedad tanto en las relaciones familiares como en las comerciales y oficiales. En ambiente judeohelenista se han conservado cartas como las dos que aparecen en el libro de los Macabeos (1,1-9 y 10,2, 18), la Carta de Aristeas a Filócrates, la Carta a las nueve tribus y media de 2 Baruc 78-87, parecidas al modelo arcaico de la Carta de Jeremías (Jr 29,4,23). Las cartas del Nuevo Testamento se parecen más a estas cartas judeohelenistas por su carácter religioso y comunitario que a otras cartas de la antigüedad pagana, como las de Séneca, Cicerón o Epicuro, que escribieron más bien epístolas, esto es, cartas con un tratamiento literario o filosófico más  elevado que el de la carta habitual.
La cartas se escribían en papiro, que se enrollaba, poniendo por fuera la dirección y el remitente para que fuesen entregadas por medio de un mensajero al destinatario.
La estructura de las cartas es más o menos fija: comienzan con un proemio al que sigue el cuerpo de la carta, para terminar con los saludos finales.
 Las cartas, en general,  tienen un destinatario individual o colectivo, a diferencia de la obra escrita que está abierta a todos, y están originadas por una motivación o problemática concreta a la que pretenden dar respuesta.
 El corpus paulino
Los códices del Nuevo Testamento asignan al corpus paulino 13 cartas  y le añaden la Carta a los Hebreos, colocada en el papiro Chester Beatty (P46) entre Romanos y 1ª Corintios; en total, catorce cartas. Esas catorce cartas pueden citarse por este orden cronológico:
1) 1 y 2 Tesalonicenes escritas durante el segundo viaje de Pablo (a. 50-52 desde Corinto).
2) Gálatas, 1-2 Corintios  y Romanos, durante el tercer viaje (53-57).
3) Cartas de la cautividad: Colosenses, Filemón, Filipenses y Efesios (58-62).
4) Cartas pastorales (62-65?): 1-2 Timoteo, Tito.
5) Carta a los Hebreos (antes del 96).
Dentro del epistolario paulino podemos hacer cuatro bloques o apartados:
1) Las cartas auténticas de Pablo, a saber: 1 Tesalonicenses, Gálatas, 1-2 Corintios, Romanos, Filipenses y Filemón (ésta última se coloca en las ediciones de la Biblia entre las Cartas de la cautividad);
2) Las Cartas de la cautividad se llaman así por estar escritas desde un contexto de diversas prisiones de Pablo: Colosenses, Filipenses, Filemón y Efesios, de las que solamente Filipenses y Filemón son auténticas de Pablo.
Las cartas auténticas de Pablo provienen de la década de los años cincuenta y podemos individuar el momento más o menos seguro de su publicación, aunque se discute con relación a las Cartas de la cautividad, por aludir ambas a las cadenas (Filipenses y Filemón) en qué  periodo de cautividad pudieron escribirse si en Éfeso, Cerarea o Roma. J. Sánchez Bosch considera que Filipenses fue escrita desde Éfeso y Filemón, desde Cesarea.
3) Las Cartas pastorales: 1 y 2 Timoteo y Tito, se denominan así por estar dirigidas a pastores concretos, responsables de iglesias regionales (Éfeso y Creta), por tener un vocabulario común, que se aparta bastante de las otras cartas, y por tratar temas de carácter práctico, referidos a la praxis cristiana, a la organización de las iglesias y a la lucha contra los herejes. Estas cartas no son de Pablo.
4) La Carta a los Hebreos, por último, fue la que  tardó más tiempo en incorporarse al corpus paulinum (s. III en Oriente, S. IV en Occidente); ésta tampoco es  de Pablo.
Cartas auténticas de Pablo
No todas las cartas del Nuevo Testamento se clasifican dentro del mismo grupo: como carta privada puede considerarse la tercera carta de Juan escrita al presbítero Gayo; la de Filemón es algo más que privada, pues va dirigida a la comunidad que se reúne en su casa (Flm 2); las pastorales, dirigidas a personas individuales, son de interés publico en cuanto a su contenido. El resto de las cartas dirigidas por Pablo a las comunidades tiene un carácter público y autoritativo, pero no intentan pretendidamente ser tratados como las epístolas, pues son las circunstancias concretas y los problemas de las comunidades los que determinan su contenido. Algunas de las cartas católicas, dirigidas a un publico cristiano universal y no ligadas a circunstancias bien determinadas, se  asemejan más a las epístolas, así como la Carta a los Hebreos que es un tratado sistemático.
De las catorce cartas  del corpus paulinum sólo siete pueden considerarse auténticas; de las restantes, Pablo no es el autor, aunque pertenecen ciertamente a la escuela paulina. Las cartas tradicionalmente atribuidas a Pablo fueron reconocidas desde muy antiguo todas o en parte por los padres de la Iglesia Clemente, Ignacio y Policarpo e incluso Marción, que considera paulinas todas menos las pastorales; Ireneo (Contra las Herejías III, 11,7-) o Tertuliano usan indiscriminadamente las cartas de Pablo, auténticas o no, por lo que podemos considerar que el corpus paulino estaba ya incluido en el s. II en el canon del Nuevo Testamento. Ya el canon de Muratori, en el último tercio del s. II, incluye de hecho las cartas por este orden: Corintios, Efesios, Colosenses, Gálatas, Tesalonicenses, Romanos, Filemón, Tito y dos a Timoteo.
Según Senén Vidal, la colección de escritos paulinos tardó varios siglos en adquirir su configuración actual en un corpus  paulinum de catorce escritos (Rom, 1 y .2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1y 2 Timoteo, Tito, Filemón y Hebreos). Hay testimonios de una colección indeterminada de cartas a finales del s. I; hacia mediados del s. II se puede fijar el número de éstas en 10 (con la exclusión de 1 y 2 Timoteo, Tito y Hebreos); hacia finales del siglo II está testificada la colección de trece cartas, con exclusión de Hebreos; sólo hasta el s. III –y, tal vez, para completar el número de 14 (7+7)- se añadió Hebreos a la colección, primero en las iglesias de Oriente (s. III) y después en las de Occidente (s. IV).
Cartas pseudoepigráficas o deuteropaulinas
 2 Tesalonicenses, Colosenses, Efesios, 1 y 2 Timoteo y Tito son escritos pseudoepigráficos que se amparan en la tradición y autoridad de Pablo, para ser mejor aceptados por los destinatarios –fenómeno éste bastante habitual en la antigüedad en que los derechos de autor no estaban protegidos y la obra primaba
sobre el autor. Un análisis detenido del vocabulario, estilo y contenido de estas cartas hace difícil aceptar su procedencia paulina, pues reflejan una problemática más tardía que la de las cartas auténticas de Pablo al reflejar la situación de las comunidades paulinas desde fines del s. I hasta bien entrado el II. Así 2 Tesalonicenses  (probablemente escrita a comienzos del siglo II) imita a 1 Tesalonicenses y denuncia las expectativas exageradas en la inminencia del Día del Señor (2 Tes 2,1-2); Colosenses (probablemente de finales del s. I) y Efesios (de principios del s. II) están especialmente ligadas, al depender Efesios literariamente de Colosenses.  Mientras Colosenses polemiza contra un sincretismo dualista gnóstico, reflexionando sobre la dimensión cósmica de Cristo, Efesios desarrolla la concepción teológica de Colosenses y se centra en la eclesiología con dimensión universal y en la ética para dar respuesta a la problemática general de las comunidades paulinas frente a la amenaza del sincretismo helenizante.
1 y 2 Timoteo y Tito (Cartas pastorales) forman un grupo unitario, escrito tal vez por el mismo autor,  a juzgar por su estilo y concepción similar. Éstas no figuran en el canon de Marción, por lo que habría que pensar,  para su escritura, en un tiempo avanzado de la primera mitad del s. II. El centro de gravedad de estas cartas gira en torno a la organización eclesiástica fuertemente institucionalizada, descrita tanto en sus categorías teológicas de tradición (“el depósito de la fe”), sucesión apostólica y ordenación (“por la imposición de manos”) como en la fijación y estructuración de los oficios eclesiales. En estas comunidades se ve la necesidad de concretar la ética por medio de catálogos y ejemplos, que tienden a acomodar la ética cristiana a la helenística.
 La carta a los Hebreos
  Más que una carta, este escrito se asemeja a un tratado muy cuidado en su construcción literaria, una especie de sermón enviado por escrito a otras comunidades para ser leído en las eucaristías. La Carta a los Hebreos carece de dirección y saludo.
La denominación “a los hebreos”, es antigua, pero no original. Aunque supone unos destinatarios cristianos, los autores no se ponen de acuerdo en quiénes lo fueron en primera instancia, si judeocristianos de la primitiva comunidad de Jerusalén o de fuera de Palestina, o quizá cristianos de origen pagano, pues en esta carta no aparecen ni siquiera los términos “judío” o “pagano, no hay controversia alguna sobre la Ley en contraposición con la fe; las prescripciones alimenticias son algo extraño a la comunidad, aunque esta se viese obligada a seguirlas (13,9).
Sobre su autor ha habido diversas opiniones: la tradición oriental confirma ,al menos, la relación de Hebreos con Pablo, aunque este escrito no saliese de su mano. Tertuliano lo atribuye a Bernabé; Clemente de Alejandría, a Lucas; Orígenes reconoce la mano de un discípulo de Pablo; Lutero propuso a Apolo (Hch 18,24-28).
Del texto de esta carta puede deducirse que se trata de un maestro judío-cristiano, de la segunda generación cristiana (2,3), de formación alejandrina, entendido en Sagradas Escrituras y de gran altura teológica,  aunque su estilo no se parece al de Pablo, ya que no utiliza expresiones típicas paulinas como “en Cristo” o “Cristo Jesús”.
La fecha de composición de esta carta es incierta. En todo caso, debe ser anterior al año 96, ya que  1 Clemente conoce Hebreos.
En cuanto a su contenido, debemos decir que la Carta a los Hebreos es el único escrito del NT que presenta a Jesús como Sacerdote o Sumo Sacerdote, aunque este sacerdocio no se acomoda a los moldes de la tradición veterotestamentaria: Jesús es seglar, no forma parte de la familia sacerdotal (7,13-14) y  su sacerdocio lo obtiene no por rito alguno, sino por la aceptación de su muerte en bien de la humanidad. Para la Carta a los Hebreos, el verdadero culto a Dios no se basa en la práctica de sacrificios de animales, sino en la ofrenda de la vida misma por amor hasta la muerte, siguiendo a Jesús (10,1-10).
Otras observaciones sobre el epistolario paulino
Las cartas de este epistolario paulino, a diferencia de los evangelios, son escritos que no han llevado un proceso tan largo de elaboración, pues la carta, por naturaleza, suele ser obra de un autor que, tal vez, en unos días o en el periodo de varios meses, cuando más, redacta un escrito sobre el que estampa su firma para enviarlo a un individuo y/o comunidad.
 Escritas para comunidades diversas, estas cartas se reagruparon hasta formar una colección que iría destinada a un público más amplio y a una finalidad distinta: la lectura de las mismas no ya en la comunidad originaria de destino, sino en las diversas comunidades primitivas.
Lo que pasó con relación al texto de las cartas, las alteraciones que se pudieron introducir y la selección que se hiciese de las mismas no lo sabemos con exactitud, aunque la mayoría de los autores consideran que no hay, por lo común, textos de amanuenses incorporados posteriormente en las cartas (sólo algunos admiten la posibilidad de 1 Tes 2, 15s y 1 Cor 14, 33b-36).
Otro problema planteado es si se han agrupado materiales de diversas cartas en una sola. A este respecto, la teoría con más visos de autenticidad es la que divide 2 Corintios en un conjunto de cartas, debido a que el c. 9 sobre la colecta parece un doblete del capítulo anterior y que los capítulos 10-13, -fuertemente polémicos- no corresponden al ambiente de reconciliación que se respira en los capítulos anteriores. Si en esta carta se reúnen cartas diferentes, lo que parece seguro, lo difícil será probar el perfil, alcance y extensión de cada una de éstas. Senén Vidal, en su obra  Las cartas originales de Pablo, presenta un intento de reconstrucción de las cartas originales de Pablo, tarea que considera apasionante, pero muy difícil e incluso atrevida. En esta obra llega a identificar, al menos, cinco cartas a la comunidad de Corinto,  dos cartas a la comunidad de Filipos, una carta a las comunidades de Acaya (identificada en 2 Cor 9,1-15) y una carta a la comunidad de Éfeso, distinta de la carta a los Efesios.
Lo que sí es claro es que no todo el material de las cartas auténticas de Pablo salió originalmente de las manos de Pablo, pues éste utilizó al igual que los evangelistas  algunos materiales preexistentes en las comunidades, como diversas fórmulas o profesiones de fe, que corrían entre las comunidades cristianas, fórmulas del kerigma o predicación cristiana, textos litúrgicos, aclamaciones de la unidad, doxologías, oraciones, himnos, fórmulas bautismales, fórmulas cultuales de la cena del Señor, parénesis o exhortaciones morales.
Cartas católicas o canónicas
 No podemos terminar sin aludir, aunque sea en unas líneas, a las Cartas católicas o canónicas, las siete cartas que hay fuera del corpus paulino, a saber: Santiago, 1 y 2 Pedro, Judas y 1, 2 y 3 Juan. Los griegos las llamaban  católicas (= universales), por no tener un destinatario o comunidad concreta a la que van dirigidas, aunque esto ciertamente no cuadra con 2 y 3  Juan que tienen destinatarios definidos, ni con 1 Pedro que va dirigida a las iglesias del Asia menor; Santiago,  2 Pedro y Judas, sin embargo, se dirigen a todos los cristianos; 1 Juan, por su parte, carece de dirección, pero del texto se deduce que había sido escrita para un grupo de iglesias donde se había producido un cisma.
Los latinos las llamaban canónicas, esto es, cartas incluidas en el canon de los libros sagrados, aceptado por todas las iglesias o comunidades primitivas.
III. El APOCALIPSIS
 No  podemos terminar sin hacer, al menos, un  ligero apunte sobre el último y, tal vez, más enigmático de los libros del Nuevo Testamento: el Apocalipsis.
La palabra apocalipsis viene del griego apokalyptô, que significa desvelar. Podría traducirse por revelación.
Son bastantes los apocalipsis  judíos que conservamos de esta época. Los más conocidos son:
Siglo II a.C.:  el Libro de Henoc, el Libro de los Jubileos y los Testamentos de los doce patriarcas;
Siglo I a.C.: los Salmos de Salomón y el Libro de la Sibila;
Siglo I d.C. la Asunción de Moisés, el libro de los secretos de Henoc, el 4º Libro de Esdras, Apocalipsis de Baruc, Apocalipsis de Abrahán, Apocalipsis de Moisés, etc.

También hay Apocalipsis del Nuevo Testamento, como el Apocalipsis de Pedro que figura, por cierto, en el canon de Muratori y que, luego, no pasó a engrosar el canon cristiano.



DOCTRINA


La Biblia misma revela aquellas doctrinas que son esenciales y necesarias para la fe cristiana. Estas son:
1) La divinidad de Cristo

2) La salvación por gracia
3) La resurrección de Cristo
4) El evangelio
5) El monoteísmo.

Aun cuando existen algunas otras doctrinas esenciales secundarias, como por ejemplo, la Trinidad, estas cinco son las que la Biblia declara ser esenciales. Una persona no regenerada (por ejemplo, el mormón, el testigo de Jehová, el ateo, el musulmán), negarán una o más de estas doctrinas esenciales.
1.    La Deidad de Cristo
A.    Jesús es Dios encarnado. Juan 8:58 con Éxodo 3:14. Ver también Juan 1:1,14; 10:30-33; 20:28; Colosenses 2:9; Filipenses 2:5-8; Hebreos 1:8.
i.        1ª Juan 4:2-3: "En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo es venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo."
a.    El versículo anterior necesita ser referenciado con el de Juan 1:1, 14 (escrito por el mismo Juan), donde declara que la Palabra era Dios y que la Palabra se convirtió en carne.
b.    1ª Juan 4:2-3 está diciendo que si Ud. niega que Jesús es Dios en carne, entonces Usted es, "el espíritu del anticristo".
ii.        Juan 8:24: “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.”
iii.        Jesús dijo que si no cree que Él es, "yo soy", Ud. morirá en sus pecados. En el griego, "yo soy", es “ego eximí”. Estas son las mismas palabras usadas por Jesús en Juan 8:58: "Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy." Jesús estaba reclamando Su título divino al citar Éxodo 3:14.
a.    La Septuaginta es la traducción del Antiguo Testamento del hebreo al griego hecha por los judíos alrededor del año 250 A.C. Ellos tradujeron Éxodo 3:14 como “ego eximí” = “YO SOY.”
B.    Jesús es la persona correcta en quien debe descansar la fe.
i.        No es simplemente suficiente con decir que tiene fe. La fe es solo válida si está puesta en la persona correcta, por lo tanto, Ud. debe colocar su fe en la persona apropiada. Los grupos no cristianos tienen una fe falsa ya que no la tienen en la persona correcta; la tienen en dioses falsos. Por lo tanto, la fe de estos grupos es inútil; sin importar cuán sinceros son.
ii.        Si su fe está puesta en un gurú, un gran filósofo o un maestro de la antigüedad (que no sea Jesús) o maestro moderno, para que lo salve de sus pecados en el día del juicio, entonces Ud. se encontrará en un gran problema, no importa cuán sincero o cuán fuerte sea la fe en esa persona. La fe en alguien falso es igual a no tener fe.
C.    La Doctrina de la deidad de Cristo incluye:
i.        La Trinidad: Hay un solo Dios el cual existe en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Ellos son con-eternos y tienen la misma naturaleza.
ii.        El monoteísmo: Hay un solo Dios en toda la existencia. (Is 43:10; 44:6,8; 45:5, 14, 18, 21,22; 46:9; 47:8). Los mormones son politeístas, así como los testigos de Jehová, debido a que creen en la existencia de dos o más dioses. Por lo tanto, esto los excluye del cristianismo.
D.   La unión hipostática: Jesús es, tanto Dios como hombre.
i.        La suficiencia del sacrificio de Cristo: El sacrificio de Cristo es completamente suficiente para pagar por todos los pecados del mundo.
ii.        Como Dios: Sólo un sacrificio perfecto a Dios es capaz de limpiarnos de nuestros pecados. Esta es la razón por la que Dios se encarnó en la persona de Jesús, para así, morir por nosotros.
a.    Él tuvo que morir por los pecados del mundo (“Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” 1ª Juan 2:2). Sólo Dios pudo haberlo hecho.
iii.        Como hombre. Jesús tiene que ser un hombre para que pueda sacrificarse por el hombre.
a.    Como hombre Él puede ser el Único Mediador entre Dios y los hombres. (1 Ti 2:5).
2.    La salvación es por gracia
A.    Efesios 2:8-9: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe.”
B.    Gálatas 5:4: “De Cristo os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.”
i.        Este versículo y su contexto enseñan claramente que si Ud. cree que es salvo por fe y por obras entonces, no puede ser del todo, salvo. Este es un error común en los cultos no cristianos. Debido a que ellos tienen al falso "Jesús", ellos tienen una falsa doctrina de salvación. (Por favor, leer: Romanos 3-5 y Gálatas 3-5).
ii.        Ud. no puede agregarle sus obras a la obra de Dios: “No desecho la gracia de Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.” (Gá 2:21).
C.    Romanos 3:20: “ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.”
D.   Romanos 4:5: “más al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia.”
E.    Gálatas 3:21: “¿Luego la ley es contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley.”
i.        La salvación no es la resurrección universal como enseñan los mormones. Más bien, es la salvación del justo juicio de Dios sobre toda la humanidad. Aún más, la salvación, la cual es el perdón de pecados, es llevada a cabo sólo por la fe (Ro 4:1-11).
ii.        El catolicismo romano niega la salvación por gracia a través de la sola fe en Cristo. Por lo tanto, el romanismo también está fuera del cristianismo.
3.    La resurrección de Cristo
A.    1ª Corintios 15:14: “Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe.”
B.    1ª Corintios 15:17: “y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.”
i.        Estos versículos, claramente enseñan que si Ud. dice que Jesús no resucitó de entre los muertos, con el mismo cuerpo con el que murió (Jn 2:19-21), su fe es inútil.
ii.        Negar la resurrección física de Jesús es negar que la obra de Jesús fue una ofrenda satisfactoria para el Dios el Padre. Esto significaría que Jesús era corrupto y debería haber permanecido en la tumba. Pero Él no necesitó permanecer en la tumba ya que Su sacrificio además de perfecto fue aceptado por el Padre.
iii.        Tanto los testigos de Jehová como los musulmanes niegan la resurrección de Jesús. Por lo tanto, están fuera del cristianismo.
4.    El evangelio
A.    Gálatas 1:8-9: “Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. 9 Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema.
i.        Los vv. 8 y 9 son una afirmación declarativa de que Ud. debe creer el evangelio. El mensaje del evangelio, el cual en su totalidad, declara que Jesús es Dios encarnado, que murió por los pecados, resucitó de entre los muertos y da gratuitamente el don de la vida eterna a aquellos que creen.
ii.        Aún más, no sería posible presentar adecuadamente el evangelio sin declarar que Jesús es Dios en carne por lo que dicen, Juan 1:1,14; 10:30-33; 20:28; Colosenses 2:9; Filipenses 2:5-8; Hebreos 1:8.
B.    Lo que es verdaderamente el evangelio.
i.        1ª Corintios 15:1-4: “Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; 2 por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. 3 Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; 4 y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras;”
a.    Dentro de estos versículos están las doctrinas esenciales: Cristo es Dios encarnado (Jn 1:1, 14; 10:30-33; 20:28; Col 2:9.) La salvación, se recibe solo por fe (Jn 1:12; Ro 10:9-10); por lo tanto, es por gracia. La resurrección también es mencionada en el v. 4. Por lo tanto, este mensaje del evangelio incluye las doctrinas esenciales.
5.    El monoteísmo
A.    Hay un solo Dios (Éx 20:3; Is 43:10; 44:6,8).
B.    "No tendrás dioses ajenos delante de mí. 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos." (Éxodo 20:3-6. Ver también Isaías 43:10; 44:6, 8).
i.        Podemos ver que Dios visitará la iniquidad de los descendientes de aquellos que no siguen al verdadero y viviente Dios.
Doctrinas esenciales secundarias
Las doctrinas esenciales secundarias son en esencia, verdaderas y son necesarias para la fe cristiana. Otra vez y a manera de ejemplo, Jesús dice que él es el camino, la verdad y la vida, y que nadie va a al Padre sino a través de él, (Jn 14:6). A esto, se le puede llamar una doctrina esencial secundaria ya que no existe ninguna penalidad asociada con su negación. Aun así, ésta es una declaración de verdad absoluta y es una enseñanza cristiana que no puede ser negada.
1.    Jesús es el Único Camino para la Salvación
A.    "Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí." (Juan 14:6).
i.        Jesús declaró que Él es el único acceso a Dios el Padre. Negar esto, es negar lo que Jesús dijo.
2.    El nacimiento virginal de Jesús
A.    "He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, m que traducido es: Dios con nosotros." (Mateo 1:23).
i.        Sin el nacimiento virginal, no podemos probar la doctrina de la encarnación de Jesús siendo Dios en carne. Esto podría colocar en riesgo lo que Jesús dijo acerca de Él en Juan 8:24: "Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis."
3.    La doctrina de la Trinidad
A.    Mateo 28:19: "Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;" (Ver también Mateo 3:16-17; 1ª Corintios 12:4-6; 2ª Corintios 13:14; Efesios 4:4-6).
B.    En sí, esta doctrina no está representada por un solo versículo, pero la insinúa la doctrina. La doctrina de la Trinidad llega sistemáticamente al mirar la totalidad de la Escritura. Sin embargo, ésta es, la representación apropiada de la revelación escritural con relación a la naturaleza de Dios.
i.        La Trinidad es negada por el mormonismo, los testigos de Jehová, el islam, el Camino Internacional, etc.

NORMAS (mandamientos) 



Yo soy el Señor tu Dios.
La crisis del hombre moderno es crisis de Dios, eclipse de Dios, ignorancia de Dios, aversión a Dios. La esperanza de los hombres es decepcionada por estar la respuesta fuera de Dios. El hombre subordina su propia vida, su futuro, todo lo que posee de bueno, a otros “señores”. Larga sería la lista de todos los “falsos señoríos” propuestos por el espíritu del mundo opuesto al Espíritu de Dios.
 No tendrás otro Dios fuera de mí.
 Los ídolos parecen disfrutar de una salud óptima, Dios parecería en cambio suscitar menos fascinación en el hombre moderno. Sin embargo se trata de “ídolos mudos”, que no pueden salvar el corazón del hombre en su más recóndita necesidad de amar y ser amado. ¡Cuántas imitaciones, cuántos falseamientos del verdadero rostro de Dios! Se hace la guerra en nombre de Dios, pero Dios es uno. Si es “uno” no puede estar en conflicto, en perenne conflicto entre generaciones y pueblos.
 No tomarás el nombre de Dios en vano.
De cuántas maneras de insulta a Dios, se blasfema, se altera su verdadera esencia. Es fácil usar el nombre de Dios, doblegándolo a las propias necesidades. Cuántos falsos profetas abusan de los demás, especialmente de los “débiles” en nombre de Dios. Cuántos creyentes se “autosalvan” dando a Dios el nombre “misericordia” olvidando que su nombre es también “verdad” y “justicia”.
 Santificarás las fiestas.
La fiesta, y por tanto el reposo del trabajo, es el espacio ofrecido a la intimidad con Dios. Es tiempo reservado al descubrimiento de uno mismo en relaciones de verdadera fraternidad con los demás. Asistimos a la desnaturalización de esta verdad: la fiesta no alimenta en el hombre la necesidad de Dios, más bien la olvida, haciéndose cada vez más sinónimo de consumismo, de placer, de adquisición y disfrute de los bienes materiales.
 Honrarás a tu padre y a tu madre.
Los hijos nacen de un padre y de una madre, no de donantes de esperma o de úteros prestados en insignia de una nueva ética social. ¡Cuántos hijos huérfanos de paternidad negada o rechazada incluso por las mismas legislaciones humanas! ¿Cómo podrán los hijos honrar a sus padres y a sus madres si estos permanecen “anónimos”? Quien honra al padre y a la madre respeta su propia historia, las memorias familiares que dan identidad social.
 No matarás.
Se puede matar de muchas maneras, no sólo con las armas: matan también la lengua, la ignorancia, el silencio. No matar es también defender la vida. Siempre, no sólo cuando se puede o conviene. La vida: en su inicio, en su desarrollo, en su final. La vida no debe ser mortificada. En tiempos de crisis no se pueden favorecer nuevos asesinos: los suicidios son a menudo hijos de una pobreza provocada o de un bienestar desenfrenado que desaparece de repente.

No cometerás actos impuros. Se cometen actos impuros también únicamente por emulación, por una cultura obsesiva que hace de la liberación del sexo uno de los mayores negocios comerciales, precisamente a partir de la devaluación de la dignidad del hombre y de la mujer. Hacer la prostitución más “decente” no la hace menos “explotación del cuerpo”; de lo contrario, tarde o temprano incluso la pedofilia será socialmente compatible con las “necesidades de la modernidad”. Es impuro no conservar la unidad entre cuerpo y espíritu, violentar el espíritu en nombre del bienestar corporal.
 No robarás.
El hurto es una intención mala que está dentro de nosotros. No se trata sólo de “no robar al hombre”, sino también de “no robar el hombre”, es decir, privarlo de su tiempo, de su dignidad, de su futuro, de justicia y de paz. Hay que educar para ser generosos de corazón, experimentando la economía del don, de la gratuidad. La raíz del “no robar” es también el poseer: se roba porque nunca se está satisfecho con lo que se tiene, invadido por el deseo de tener y de acumular.
 No dirás falso testimonio.
También el falso testimonio está dentro de nosotros como mentira, como ablandamiento de la verdad. Una actitud que se hace cultura, que se estabiliza en el hombre como simulación, ficción, verosimilitud de la realidad sustituida por la ficción. Estar de parte de la verdad, defenderla, es un acto de justicia y de amor a uno mismo y a los demás.
 No desearás la mujer de otro.
“La mujer de otro”. Parece un mandamiento al varón. Pero es, hoy, también “el hombre de otro”. La mujer, el hombre, no son una cosa que se desea, que pertenece a alguien como una “cosa”. Cuántos delitos pasionales, cuánta violencia doméstica, cuánta discriminación del género femenino responde a esta lógica deshumanizada.
 No codiciarás los bienes ajenos.

La envidia se encuentra en la base de este y del anterior mandamiento. Es el más “sociable de los vicios”. La modernidad ha exaltado la cultura de la envidia. En las sociedades civiles avanzadas, en Occidente, el presupuesto de la democracia es la igualdad: “yo debo tener los mismos derechos que los demás”. Pero esto no significa sufrir “el complejo de ser idénticos”, es decir, de poseer las mismas cosas que los demás, haciéndose esclavo de las cosas, o empobreciéndose, endeudándose, enfermándose por aquello que se envida y no se puede poseer.

RITOS
Misa, bautismo, confesion, comunion, confirmacion, boda,uncion de los enfermos, consagracion.en la misa la iglesia se reune a compartir el pan y vino( comunion-consagracion) como cristo lo ha pedido. 
casamiento: une DIOS a 2 personas para crear una pequeña iglesia domestica. 
confirmacion: se recibe al espiritu santo. 
uncion de los enfermos: para personas muuuy enfermas o en estado terminal. 
bautismo: paso por el cual entras en la familia iglesia. 
confesion: te reconoces pecador ante Dios y recibis el perdon siempre y cuando te arrepientas y enmiendes tus pecados.
ACTUALIDAD
El catolicismo en América Latina: el estado numérico de la fe en tiempos del Papa Francisco

Pese a las múltiples transformaciones en América latina «el catolicismo es más resistente que lo que aparenta ser. El crecimiento económico no produce un impacto directo de secularización como lo hizo en otras regiones del mundo. América latina permanece creyente, con escasa secularización». Estos son dos de las principales conclusiones que ofrece el informe sobre religiones publicado por el grupo demoscópico «Corporación Latino barómetro» y que lleva por título «Las religiones en tiempos del Papa Francisco».

Latino barómetro ha querido elaborar este estudio centrándose en la evolución del catolicismo en América latina en el contexto del primer aniversario de la elección del Papa Francisco. El análisis muestra dos grandes tendencias: si bien en líneas generales es cierto que la Iglesia católica ha perdido fieles, los que la han abandonado no se convierten en agnósticos o ateos sino que abrazan otra religión. No obstante, hay países donde la Iglesia apenas si ha sufrido un declive mostrando, según el Latino barómetro, que «las religiones en tiempos del Papa Francisco muestran que la gente las vive de acuerdo a unas creencias que son más fuertes que el impacto del desarrollo, resistentes al cambio más allá de lo esperado».

Un primer acercamiento general 
El periodo estudiado abarca de 1995 a 2013. Y el análisis lo dice claramente: «la disminución de las religiones es mucho menor que lo que la agenda informativa da a entender». En los 18 países estudiados el catolicismo ha descendido del 80% al 67% de la población, lo que equivale a -13% en 18 años. El fenómeno es especialmente evidente en Nicaragua y Honduras, donde el catolicismo ha caído un 30% y un 29%, respectivamente. En términos regionales generales, Sudamérica es donde se siente menos la caída (10%) mientras que en Centroamérica se trata de un 17%.
Una mirada por cada uno de los 18 países estudiados muestra un rostro más bien diversificado: 9 países siguen teniendo más del 70% de católicos (Paraguay, Ecuador, México, Venezuela, Argentina, Perú, Bolivia, Colombia y Panamá), 3 más del 60% (República Dominicana, Brasil y Costa Rica) y 2 más del 50% (Chile y El Salvador). Los evangélicos aumentan numéricamente en cuatro países con porcentajes que superan el 30% de la población: El Salvador, Honduras, Nicaragua y Guatemala. Pero, como subraya el informe, «la disminución de la cantidad de católicos tiene poco que ver con el número de católicos que inicialmente tiene un país. Los procesos son independientes del nivel original de catolicismo y obedecen, por tanto, a condiciones internas de cada país más que a fenómenos homogéneos que afecta de la misma forma a todos los países».

Catolicismo sigue siendo religión mayoritaria 
No obstante el decrecimiento de la Iglesia católica en términos numéricos generales, el catolicismo sigue siendo la religión predominante en Latinoamérica. Son especialmente México y República Dominicana donde apenas si se observa una caída numérica de los católicos desde 1996, mientras que porcentajes Paraguay asciende al nivel más alto con 88% de población católica.
En líneas generales el informe comenta que, además de Honduras y Nicaragua, donde la emigración religiosa está cambiando el mapa de las religiones de esos países, Chile y Uruguay suponen un fenómeno especial pues son las únicas naciones latinoamericanas donde se produce un fuerte secularismo al grado que se constituyen como los países con las más elevadas cotas de agnósticos. En Uruguay 4 de cada 10 ciudadanos son agnósticos (41% de población católica y 38% de población agnóstica). En Chile, que hace dos décadas no tenía una tradición de agnosticismo, los católicos son apenas el 57% de la población mientras que los agnósticos y ateos suponen ya el 32%.
Niveles de confianza por parte de la población 
Otro sector profundizado en el informe «Las religiones en tiempos del Papa Francisco» es el nivel de confianza en «la iglesia» (el concepto «iglesia» es usado tanto para católicos como para evangélicos). A nivel general se evidencia un decrecimiento en el nivel de confianza de los ciudadanos en la «iglesia»: del 76% de 1996 al 73% de 2013. El porcentaje, no obstante, muestra la buena reputación de que goza la «iglesia» si se le compara con otras instituciones: salvo en Uruguay y Chile, donde «la iglesia» apenas llega al 48% y 44% de confianza, respectivamente) en el resto de los países sólo la familia está por encima de «la iglesia» como institución mejor valorada. Contrastantemente los partidos políticos, el gobierno, el parlamento y la policía están, por mucho, debajo de la «iglesia» en cuanto a nivel de confianza se refiere.
Centrándose en la iglesia católica, ¿hay un «efecto Francisco»? reflejado en los números. El análisis muestra que «los católicos recuperan su confianza en la Iglesia a pesar de los escándalos y probablemente como consecuencia de la llegada y liderazgo del Papa Francisco».
Perfil sociodemográfico del catolicismo latinoamericano 
Sobre la edad de los católicos latinoamericanos el informe revela que hay más católicos a medida que se aumenta en edad (el 61% de los jóvenes son católicos mientras que el 74% de los mayores de 60 años lo son; con los evangélicos sucede lo inverso).
Respecto al nivel educativo «los católicos aumentan a medida que aumenta el nivel de educación: de 64% en educación básica a 72% en educación superior». A los evangélicos les sucede lo inversos: sus miembros tienen menos educación.
De esta manera tendríamos un perfil sociodemográfico que indicaría que el grueso de agnósticos y sin religión lo constituyen los jóvenes, especialmente hombres; en su mayoría, los evangélicos cuentan con personas menos educadas, con mayoría de mujeres; los católicos se caracterizarían por contar con creyentes mejor formados y de mayor edad.
La práctica religiosa 
Un dato de no poco valor del análisis se coloca en el apartado de práctica religiosa: en 2013 se ha alcanzado el nivel más alto desde 1995. Es Colombia donde los católicos tienen la más elevada participación religiosa mientras que en El Salvador tanto católicos como evangélicos están a la par. Chile es el país –incluso por encima de Uruguay– donde menor práctica religiosa hay.
El informe «Las religiones en tiempos del Papa Francisco» ofrece algunas conclusiones orientativas. Las más importantes permiten individuar los siguientes rasgos:

- En América Latina el proceso de secularización que suele venir con tiempos de bonanza económica (los 18 países estudiados han vivido un periodo especialmente próspero entre 2003 y 2008) no ha influido en un menoscabo de la religión como ha pasado en Europa; 
- Algunos países han pasado a ser naciones donde catolicismo y el evangelismo están numéricamente a la par (salvo Chile y Uruguay donde hay un creciente número de agnósticos); 
- Los problemas y escándalos en el seno de la Iglesia católica no han sido motivo para su decrecimiento. De hecho, en algunas naciones «el catolicismo parece ser más resistente de lo que se piensa»; 
- El descenso en la tasa de natalidad acarrea un crecimiento en el número de personas mayores «al punto de favorecer al catolicismo». 
- La elección del Papa Francisco «sí parece haber producido un impacto positivo en la confianza en la Iglesia católica entre los católicos».


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